Los problemas no parecían dejar de sucederse en la hacienda Elizondo, si no fuera suficiente con el inminente abandono de Norma y Jimena, algunos empleados amenazaban con hacer lo mismo. Fernando no tenía poder de decisión, pero eso no le impedía maltratar física y mentalmente a cualquiera que osase llevarle la contraria, y al no poder poner una mano encima a las hermanas Elizondo se aprovechaba de aquellos vaqueros jóvenes e inexpertos que tenían familias a las que mantener y que soportaban cualquier vejación.
Sara estaba harta, pero sobre todo estaba harta de que a pesar de sus palabras y de contarle cada una de las artimañas de Fernando, Gabriela le defendía. No entendía esa fijación y las excusas de su mamá le resultaban cada vez menos reales. No podía estar la vida entera en deuda con ese hombre porque simplemente aceptase casarse con Norma después de la desgracia que sufrió.
Había pensado en mil formas de sacar a Fernando de la casa, pero ninguna satisfacía a su mamá y como era imposible descubrirle sus fechorías, tenía que soportarle en cada desayuno con comentarios jocosos, indirectas sobre su relación con Franco e insultos hacia los Reyes.
Aunque claro, aquello no era lo único a lo que tenía que hacer frente.
El abuelo, su mayor aliado, también se había unido a las indirectas. En su caso, bien intencionadas y con cada plato de comida que se colocaba a su frente, comenzaba;
"Dominga, para Sarita el doble de comida"
"Sara necesita ingerir más nutrientes"
El abuelo siempre se refugiaba con una sonrisa entrañable que le ablandaba el carácter y lo dejaba pasar, al fin y al cabo, solo sus hermanas y él, eran conscientes de que estaba embarazada... O eso creyó.
Había evitado subirse a un caballo desde que tuvo conocimiento de que un bebé estaba creciendo en su interior. Su mamá, la cual siempre parecía estar atenta, no lo estaba para algo tan importante como aquello y para Fernando no debía pasar ni por su cabeza que algo así pudiera estar sucediendo. Por el contrario, sí que había tratado de justificarse y buscar burdas excusas para sus empleados. Es más, le producía más dolor tener que mentirles a ellos que a Gabriela.
Las ropas holgadas se habían convertido en su mejor aliado así como algún que otro accesorio posicionado estratégicamente, con eso pensó que había ganado la batalla a esa pancita de cada vez era más difícil de esconder. Pero que su embarazo no corriese como un rumor por toda la hacienda no había sido a causa de sus artimañas para guardar el secreto, sino que había tenido unos aliados inesperados.
Los vaqueros.
Con una simple mirada, Olegario acudía a su ayuda e impedía con cualquier excusa que se subiese o acercase a un caballo, siendo esta la tónica habitual con el resto de trabajadores.
Un secreto a voces.
Todos los sabían, pero a su vez nadie parecía saber nada.
Aquello estaba jugando a su favor, aunque nada podía ser eterno y su mamá finalmente la encaró.
–¡Sarita!
Suspiró ante los gritos incesantes de Gabriela.
No había tenido el mejor día. Sus náuseas habían regresado con más fuerza que nunca, el dolor de sus pechos era insoportable y sus tobillos habían decidido elegir ese momento para hincharse. Toda ella gritaba mujer embarazada.
–¡Sara!
Subió las escaleras con dirección al dormitorio de su mamá, que era el lugar donde los gritos de Gabriela provenían.
–¿Qué ocurre? –preguntó al ingresar en la habitación y encontrarse a su mamá mirando fijamente a través de la ventana.
–¡¿Qué ocurre?! –Gabriela repitió con furia– ¿Qué hace ese tipo en mi propiedad?
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La decisión de Sara
FanficTras despistar a Fernando y evitando que Gabriela les descubra, Franco y Sara consiguen consumar su amor con libertad. La experiencia causa en Sara sensaciones desconocidas que la llevan a verse en la encrucijada de tomar una importante decisión... ...