𝒗. reconciliation

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CAPÍTULO CINCOla reconciliación

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CAPÍTULO CINCO
la reconciliación











SU CAMA HABÍA ESTADO EXQUISITAMENTE cómoda sin la presencia de Caesar.

Debía admitir que de cierta forma extrañó su calor, pero tener esa enorme cama King para ella sola le había alegrado la noche.

Se despertó en la madrugada para colocar las múltiples almohadas alrededor suyo creando una especie de nido. Las sábanas blancas y de peluche fueron una maravilla para la fría noche que pasó.

Se le olvidó por completo cerrar las cortinas, por lo que cuando el sol estuvo en su punto más alto, se vió obligada a despertar.

Soltó un gemido y se volteó para poder dormir un rato más. Nunca solía levantarse tan temprano.

Su espalda quedó desnuda, por lo que el frío se coló por todo su cuerpo.

Abrió los ojos solo para rodarlos. Acomodó las sábanas de nuevo y se volvió a recostar, está vez abrazando una almohada.

Estaba a punto de quedarse dormida otra vez, cuando tocaron a la puerta.

Abrió sus ojos de nuevo, más molesta por esa persona que osaba a interrumpir sus sueños.

Se sentó sobre la cama estirando su cuerpo. Su piyama afelpado le hacía la vida mucho más sencilla para superar ese frío de invierno de Rusia.

Las plantas de sus pies tocaron el suelo de mármol. Caminó con tranquilidad hacía la puerta, observando la sombra que se asomaba por la apertura entre la puerta y el suelo.

Era grande. No pudo evitar sonreír al saber de quién se trataba.

El adorable padre de su hijo

Pero luego recordó el día anterior, y la molestia y enojo regreso a su cuerpo.

Se debatió internamente si en abrir la puerta o no. Tal vez podía abrírsela y cerrarsela en la cara.

Sonrió ante su brillante idea y abrió la puerta.

Su vista se llenó por un enorme ramo de rojas. Eran demasiadas como para poder contarlas. Caesar estaba sonriente detrás de este ramo, con su elegante traje de color café y su encantadora sonrisa que cegaba a todo el mundo.

──Son para ti. ──su brazo estaba detrás de su espalda, y se inclinó ligeramente hacia ella.

Ella lo observó con cara de pocos amigos.

──¿A qué hora te despertaste para esto, Rey? ──siempre lo llamaba por el nombre de la pieza de ajedrez cuando estaba molesta con ella.

Caesar hizo una mueca. No le gustaba ese apodo, si se le podía llamar de esa forma.

Chess game            𝐟𝐭.           Caesar Alexandrovich Donde viven las historias. Descúbrelo ahora