Me levanto temprano en la mañana emocionada por mi primer trabajo, necesito cumplir con todas las expectativas de la señora Lucrecia, es la única persona que sin necesidad de una entrevista de trabajo me proporciona una oportunidad para ganar dinero. El cual me hace mucha falta, solo tengo una pequeña cantidad en el banco en caso de emergencias, es todo lo que me quedó después de pagar los gastos funerarios de nona y algunas deudas que teníamos, ya que los carroñeros de los cobradores no se tomaron las molestias de esperar a que terminara de despedirme de mi nona para comenzar a cobrarme.
Después de arreglar un poco la casa, tomo un baño rápidamente y decido colocarme un vestido sencillo con mi suéter blanco favorito y una bufanda a juego, me amarro mis deportivas, guardo el recetario de mi nona en mi pequeña mochila, me hago un moño desarreglado y emprendo mi viaje al centro de Toronto.
Podría tomar el metro, pero me gusta más caminar a esta hora y llevo buen tiempo, así puedo contemplar el lindo paisaje que voy dejando con el transcurso del camino, las calles de Toronto son muy transcurridas en las mañanas, las personas van de un lugar a otro para llegar a sus trabajos o para llegar a sus clases. A veces pienso si en un futuro podría regresar a la universidad y retomar mis clases de administración, espero que con este nuevo empleo pueda lograr ese pensamiento.
Las calles de la ciudad son muy coloridas, estamos en septiembre así que el clima no es tan malévolo como en invierno, con esto a favor es más sencillo y accesible contemplar las bellas imágenes que brinda la ciudad mientras vas por sus calles. Llego al centro, me detengo cerca de un grupo de ancianitos que están platicando a las afueras de una librería.
-Buenos días tengan todos-les saludo con un poco de pena, sigo sin acostumbrarme a hablar con las personas.
-Buenos días niña-me responde el que tiene una boina como de esas que usan para jugar al golf- ¿En que podemos ayudar a una linda señorita?-siento que me pongo un poco roja en las mejillas, no es como que este acostumbrada a recibir cumplidos, sí, fue el cumplido de un anciano y sí, lo acepto me hizo un poco más feliz mi mañana, no hay por qué avergonzarse.
-Yo quería pedirles si podrían por favor decirme donde queda la mansión de los jardines blancos-les explico a todos, aunque es el señor de la boina quien me contesta.
-Imagino que vas por el puesto de que hay en la cocina de la mansión, ¿O me equivoco?-me dedica una mirada que dice que no soy la primera en preguntarle la dirección.
-Sí, así es, la señora Lucrecia me dijo ayer que llegara a su casa para ver lo del puesto-el amable anciano hace un gesto de asentimiento como si entendiera mis palabras.
-No se diga más entonces-me señala la ruta que debo seguir, que no está lejos de donde estamos.
-¿Cómo sabré que mansión de las que se encuentran ahí es la que estoy buscando?-la verdad es una duda válida, la señora Lucrecia solo me dijo que preguntara en el centro por la dirección pero no me dijo como era su casa o en este caso su mansión.
-Por eso no te preocupes-me dice- Cuando la veas lo sabrás-bueno esa respuesta no es la que esperaba, pero ya se me hace tarde y necesito llegar puntual.
Termino de recorrer las ultimas cuadras que me hacían falta para llegar a la zona residencial, waw aquí si que solo hay mansiones de lujo, sería una completa locura la limpieza de esos lugares, las personas que son dueñas de estos lugares deben ser muy agradecidas de poseer esto, no todos somos bendecidos con un nivel económico muy cómodo, no me quejo, ni por todas las mansiones del mundo cambiaria mis años vividos con mi nona en su casa fuera de la ciudad.
Una gran mansión captura mi completa atención, la observo muy lentamente y ahora lo entiendo todo, la razón de que se llame la mansión de los Jardines Blancos es por la gran cantidad de rosas blancas que adornan sus jardines en ambos lados de la entrada, tiene unas verjas de color dorado que separan la mansión de la calle y se puede ver a través de estas lo hermoso de su jardín.
ESTÁS LEYENDO
Sepulcro
RomanceLas tragedias pueden marcarte para toda la vida. Las marcas pueden cambiarte la vida. La vida puede ser una verdadera tragedia. Fiorella Leblanc es una joven italiana que lo único que desea es conseguir un empleo para retomar sus estudios. Tras la m...