🐾 𝔖𝔦𝔢𝔱𝔢

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Se quedó esperando por minutos, y en ese instante pudo entender el por qué Louis se sentía tan preocupado, tan nervioso. Le había parecido fácil que se dejaran llevar, pero su novio nunca había sido tocado por alguien, él fue ultrajado, la memoria de su cuerpo recordaría siempre el terror de esa situación. Por más que lo intentara, no estaba en sus manos cambiar esa realidad, y ahora veía claro que esta relación tendría muchos obstáculos. ¿Lo desanimaba eso? Por supuesto que no, al contrario, sabía que tenía que ser doblemente persistente y volver a caminar para acompañar mejor a Louis en su proceso, tenía que ser fuerte por él, por los dos.

Cerró los ojos, e intentó dormir. Aún era temprano, y sabía que su mamá estaba tranquila, pero, aunque trató, no pudo. Miró al costado y vio su silla, tal vez podría llegar a ella con un poco de esfuerzo. En su casa podía hacerlo sin mayor dificultad, porque su cama estaba adaptada a la altura de la silla, pero la de Louis era bastante más baja. Con todas las fuerzas de sus brazos, logró impulsarse hasta quedar sentado, luego con sus manos, llevó cada una de sus piernas hacia el piso. A esa altura, estaba sudando frío de tanto afán, pero faltaba lo más difícil. Logró tomar la silla hasta acercarla y en un momento de decisión, contó hasta tres y se empujó, no fue buena idea.

Cayó pesadamente junto con la silla, que se estrelló contra la mesita de noche, botando la lámpara y unos libros que tenía Louis encima. Fue un gran ruido, acompañado del grito de Harry. Louis llegó corriendo, con sus mejillas aún húmedas por su silencioso llanto, y al ver la escena, se quiso morir.

—¡Por Dios amor! ¿Qué pasó? —Preguntó agachándose hasta poder ver el rostro magullado de su novio, y sus lágrimas. Pero no tuvo respuesta. Como pudo lo levantó, e intentó sentarlo en la cama, pero no pudo, porque Harry lo interrumpió.

—La silla por favor. Quiero irme. —Fue lo único que dijo.

—Amor, hablemos, lo siento. —Pidió buscando sus ojos, pero no los encontró. Se sentía culpable, había actuado mal. Por más que se haya sentido arruinado por las caricias de su novio, había olvidado que Harry no podía moverse y que dependía de él en ese momento. Merecía un buen golpe por ser tan egoísta.

Comprendió lo que significaba esa silla de ruedas en la vida de su novio, y en su relación. No le había tomado el peso a lo que significaba, pensaba que lo había hecho, pero ahora sus miedos más grandes se hicieron palpables. En silencio lo llevó a su casa, lo dejó instalado en su habitación, y fue a hablar con Alice. Le contó todo, absolutamente todo y estaba dispuesto a enfrentar lo que fuera necesario.

—Mira Louis, siempre te dije que yo los voy a apoyar y que me iba a involucrar hasta donde me dejaran y te agradezco la confianza al contarme esto. Para mí, esto era necesario, porque de otra manera no podrían ver lo que significa el dolor del otro. Tú de alguna manera ya lo sospechabas, pero es muy distinto vivirlo, darte cuenta de lo vulnerable que son los dos, que están heridos, pero de manera diferente. Estoy segura de que sus sentimientos son fuertes, pero hay algo que jamás deben dejar de lado, y es que tienen que comunicarse. Para los dos va a ser difícil porque no saben hacerlo, pero nunca terminen un día en silencio, busquen la manera de hablar. Si no, es ahora el momento de abandonar, no quisiera verlos tristes ni menos separados, merecen ser felices, —dijo acariciando el castaño pelo que caía desordenado por su frente. —Ahora voy a hablar con mi hijo para escuchar su punto de vista de esto. Corbata se portó excelente, aunque pasó algo, pero ya tendré tiempo de contarte, —terminó sonriendo.

—Gracias por escucharme, aconsejarme y cuidar a mi cachorro. —Se despidió dándole un pequeño abrazo.

Alice caminó por el pasillo, y tocó suavemente la puerta de la habitación de su hijo. Al no tener respuesta, entró. —¿Podemos hablar ranita? —preguntó.

You Are The Light In The Middle Of My Darkness, History Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora