🐾 𝔒𝔫𝔠𝔢

21 5 8
                                    

—Lo siento, lo siento, perdón, lo siento, Harry, lo siento, perdóname, —hablaba como poseído, saliendo de esa posición, arrastrándose, cubriendo su rostro, abrazándose, repitiendo que lo sentía una y otra vez.

—Lou, ven, ven acá, escúchame, ayúdame, te necesito, —rogó. —Respira conmigo, dame la mano, mírame, mírame, eso es, despacio, tranquilo, —pidió con toda la suavidad posible. —Lo haces muy bien, eso es, acércate más, déjame tocar tus mejillas. —Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano, anteponiendo a su novio por sobre él mismo, pero lo haría mil veces más. —Está bien, todo está bien, podemos hablar, ¿quieres agua? —Preguntó con tanto amor en su voz, que Louis lo miró con sus ojos inundados en lágrimas.

—Lo siento, lo siento mucho... No me di cuenta. —explicó.

—Lo sé, lo sé, tranquilo. Pon tu cabeza aquí, en mis piernas. Así, eso es, —dijo acariciando su pelo, sin dejar de mirarlo, de susurrar que todo estaba bien, hasta que lo vio cerrar los ojos y quedarse dormido.

En ese momento pudo llorar, en silencio, conteniéndose. Más allá de que podía entender lo que había pasado, porque lo entendía perfectamente, estaba asustado. No podía dejar de imaginar qué hubiera pasado si no mordía a Louis, y al mismo tiempo no quería pensar más. Alguna vez creyó que Louis jamás le podría hacer daño, y ahora se daba cuenta de que sí, podía hacerlo y de la peor manera. Pero también sabía que podía pasar, su sicóloga se lo explicó, pero él no lo creyó, y ahora no sabía cómo actuar. Tal vez lo mejor sería tomar distancia, quizás solo empeoraría las cosas.

En ese momento sintió llegar a su mamá, y se paralizó una vez más. Alice golpeó y entró, sonriendo, hasta que vio a su hijo llorando, y a Louis durmiendo.

—Dime que está todo bien.

—No mamá, pero no puedo contarte ahora, ¿sí? Ayúdame a sentarme en la silla, por favor.

Alice movió a Louis hasta dejarlo acostado, y se llevó a Harry a la sala, muy preocupada. Cuando supo lo sucedido, estuvo a punto de ir a buscar a Louis y expulsarlo de su casa, era su instinto de madre hablando, pero como le dijo Harry, era posible que algo así sucediera, como también que no era momento de dejarlo solo. La cabeza de los dos daba vuelta, Harry volvió a llorar entre los brazos de su madre, hasta que se le ocurrió llamar a su sicóloga, que le había dado un número solo para casos de emergencia.

Puso el altavoz, y le explicó que estaba con su mamá. Contó con la mayor cantidad de detalles lo que había pasado y volver a decirlo, era volver a vivirlo. La respuesta que le dio la terapeuta lo dejó helado: le dijo que si bien era una situación probable debido al trauma de Louis, no podía ponerse en riesgo, por lo que le recomendaba tomar distancia mientras Louis comenzaba un tratamiento psiquiátrico, que estaba segura le iban a indicar.

El mundo de Harry se derrumbó. Entendía, él siempre entendía, y no quería, él quería estar con su novio, quería verlo avanzar y retroceder, quería pasar sus días mirándolo, estaba dispuesto a arriesgarse. Una vez más se odió por estar en esa silla castrante que le seguía quitando oportunidades.

Alice se fue a su habitación, por petición de su hijo y Harry volvió a ver a Louis. Lo encontró despierto, sentado en la cama, mirando a la nada.

—Lou, ¿cómo te sientes?

—Lo siento tanto, te lo juro que es verdad.

—Lo sé, yo entiendo.

—Debo irme, creo que lo mejor es no vernos por unos días, no quiero lastimarte más.

—Lou, es tarde, no te vayas, podemos hablar, encontrar una solución...

—No Harry, no podemos, no sabemos cómo, y soy un peligro para ti. Lo único que voy a pedirte, es que no olvides que nunca quise lastimarte. —Se despidió, dejando un beso en esos labios que extrañaría con locura. Caminó por el pasillo, y tocó en la puerta de Alice, que abrió de inmediato.

You Are The Light In The Middle Of My Darkness, History Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora