AGH. Juan lleva todo el día sin hablarme. ¿Qué voy a hacer? A ver, Gabi. Piensa que para algo tienes cabeza. Tengo que vengarme de alguna manera de la rubia fresca esa, pero ¿cómo?
¿Y si le cortaba un mechón de pelo? O le puedo destrozar el maquillaje... Ay, no. ¿Y si mejor le tiro una bebida encima? Como en las telenovelas se tiran vino en las fiestas, pero con una Monster o algo...
Estaba intentando maquinar algo cuando Juan se me acercó. Ya había sonado el timbre indicando que podíamos irnos a casa.
-¿Qué coño te pasa, tía? ¿Estás loca?- Me preguntó molesto, cruzado de brazos.
-¿Qué?
-¿Por qué empujaste a Martina? Tía, no sé que te pasaba, pero te pasaste.
-Ay, Juan. No seas dramático, esa chavala solo te estaba molestando, ¿a qué sí?
-Es mi amiga, vete a disculparte con ella ahora mismo.
-Pero, Juan-
No me dejó acabar de hablar cuando se dio la vuelta a hablar con Ramón, su mejor amigo. Creo que eran amigos de la infancia o algo así, pero yo era más importante en la vida de Juan, por supuesto.
Ugh ¿y ahora? ¿Debería disculparme de verdad? A ver, no quiero que Juan me odie, pero no quiero que esa rubia me gane. Ya sé, hago como que me disculpo y todos felices 😁
Saliendo del insti veo a Martina y a Ramón caminando en la misma dirección. Quizá se lo quería cepillar, como a Juan. Pero tocar a Juan no se lo iba a permitir.
Muy a mi pesar, me acerco hasta ellos y le pregunto a Martina si podemos hablar un momento a solas.
-Oye, tía, que lo siento por lo de hoy por la mañana.
-Ah. Sí, sí. No te preocupes.
-Vale, pues nos vemos.
Y cuando me iba a marchar, sentí un tirón en mi sudadera. Cuando me giro, la rubia fea me estaba agarrando.
-Um, estaba pensado que quizás... ¿podríamos ser amigas?
😦 qué? Esta tía está loca.