Única parte [próximamente en edición]

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Heather era una chica muy hermosa, su cuerpo era como una delicada guitarra acústica, su cabello era castaño claro, con un claro brillo a simple viste, y al sol casi rubio. Sus ojos eran marrón claro, profundos, y grandes. Sus labios eran de rojo carmín, carnosos e hinchados, como para que nunca se perdiera un beso. A la vista de cualquiera, sea niño, adolescente, adulto o anciano; ella era tan linda, tan bondadosa y tan amorosa, a quien no le cayera bien era un infeliz por completo, de pies a cabeza. Era atenta, comprensiva, y tenía un ligero amor por el piano y el canto, ¿Como no iba a tenerlo? si su voz es angelical, era pacífica y siempre divertida. Había enamorado a más de un hombre y a más de una mujer, pero el verdadero amor a ella le habria llegado a principios de año.

Osvaldo es bastante alto, si quieres darle un beso o un abrazo de despedida tienes que pararte de puntitas. Su piel es fina como la de un bebé, como para que nunca se perdiera una caricia de las manos de su amada.
Sus labios no eran ni finos, ni gruesos, estaban bien, estaban bien para entrar en el rango de perfectos.
Sus lentes adornan a la perfección su rostro, como si estuvieran destinados a estar ahí; para ser vitrinas de sus ojos que brillan más que el cielo azul, en cuanto ve a su amada. Su cabello siempre sedoso solía estar de costado, como niño de primaria, de librito, a la moda, o a veces despeinado, el cual enamoraba siempre a Heather al verlo.

Se conocieron un día soleado de primavera en un parque, apenas Osvaldo la vio y cruzaron miradas le sonrió plácidamente. Estuvieron toda la tarde en ese parque y lo único que él hacía era buscarla con la mirada cada vez que sabía que iba a pasar trotando. No eran ni las cinco y la chica paro cerca de él, dónde estaba una amiga de ella sosteniendo una mochila, al parecer
se estaban por ir, así que Osvaldo tomó valor y fue a saludarla con su mejor sonrisa y los modales de todo un caballero, le dijo que la había visto hace un rato y que le llamo la atención, que era muy hermosa y que él también venía a hacer ejercicio a veces, día por medio, más bien solo los fines de semana, intercambiaron sus números de teléfono y la muchacha se fue después de despedirse, casi gritando y riendo junto a su amiga.

O por lo menos así se lo había contado a Aldo.

Aldo su mejor amigo de casi toda la vida, más específicamente desde los 13, quien a su ya mayoría de edad se había enamorado de su compañero de aventuras, su Best Friend Forever, su cuate, y demás apodos sin fin, pero claro, decidió ocultarlo, por el tiempo que ahora sería un año, no iba a poder soportar perder una amistad como esa por un amor de verano, un amor que tal vez era capricho, un amor momentáneo, le dolería toda la vida si así fuera, así que decidió callar.

Él era un simple chico moreno, alto, de lentes y complexión media, media ancha a decir verdad, media ancha la veía èl. Él se miraba el espejo y lo único que podía ver eran defectos, y mucho más al enamorarse de alguien que no lo amaba, solía preguntarse el por qué, por qué no era el su novio, y cuando se miraba al espejo lo encontraba; ya no se veía hinchado si no gordo, su nariz no se veía así por culpa de los lentes, su nariz era ancha, sus labios no se hacian finos cuando hablaba, eran finos, sus ojos no eran marrones, eran negros, no eran especiales y no tenían ni un solo brillo. Él no se sentía lindo, no era ni la mitad de lindo de lo que era Heather.

"¿Por qué razón llegarías a besarme?"

¿Cuando llegó a enamorarse Aldo de su amigo?, ¿Cuando fue que calló en ese pozo sin fondo?

El tres de Diciembre, el tercer día de el último mes del año, cinco días antes de el día de los inocentes y veintidós antes de navidad.
La misma tarde soleada pero de otoño, más específicamente, al atardecer, estaban en la casa de Aldo; Osvaldo se quitó su suéter color gris de poliéster y se lo dió a él, no había razón aparente, pero paso por su mente y lo hizo...

3rd of December...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora