Había pasado una semana justa desde aquella incómoda conversación con Sett, y desde entonces no le había visto, ni en el instituto ni en la calle, haciéndome sentir cada vez más preocupado, ¿qué debía pensar? ¿Era todo mi culpa?
Por eso mismo yo también había estado evitando el instituto y la calle, sintiéndome pesado de alguna manera.
-¿Phel?
Una voz femenina me sacó de mis pensamientos y sacudí la cabeza para despejar mi mente y poner toda mi atención en la chica que me estaba hablando.
-Perdón Neeko, ¿qué decías?- Le dediqué una sonrisa dulce y ella frunció el ceño aparentemente preocupada.
-El trabajo... ¿ya tienes tu parte.- Suspiré cansado al recordar ese dichoso trabajo de historia que mandaron la semana pasada y que no sabía ni de que iba, con todo lo que me estaba pasando ni lo había recordado, la chica pareció leerme perfectamente al segundo.-Aphelios, si no te encuentras bien puedo hacer yo tu parte también, no me importa.
-¿Cómo voy a dejar que hagas eso?- Musité agotado mientras apoyaba mi cabeza en mis manos.- No te preocupes, lo haré yo.
-No seas idiota.- Me regañó exaltándome un poco por lo directa y clara que esta chica era siempre.- Está claro que te pasa algo, se te nota mal desde hace semanas, ya que yo trabajaré por ti me gustaría por lo menos saber de que se trata. Si alguien te está haciendo daño entonces yo le haré el doble.
Sentí mi labio temblar por el sentimiento que me producía ver a Neeko tan preocupada, ya que, genuinamente creí que ninguno de mis amigos había notado nada raro en mi, pero, por lo visto me había equivocado, y no sé si me sentía agradecido por ello.
-Es sobre lo de Sett, ¿no?- Susurró y con tal solo escuchar su nombre mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas al instante, por lo que bajé la mirada a la mesa, viendo como inevitablemente algunas caían sobre la madera.- Phel...
Mordí mi labio frustado, ni siquiera sabía porque lloraba ahora, pero sentía un dolor punzante en mi pecho cada vez que pensaba en el tema, en como acabaron las cosas, en como yo quise acabar las cosas en ese momento. Sentí la mano de Neeko en mi hombro y no tardé en sentirme patético. Dios. Era patético.
Me levanté bruscamente de mi sitio exaltando levemente a la chica, preocupada mientras yo le evitaba la mirada.
-¿Crees que es adecuado hablar de esto ahora?- Cuestioné de forma más agresiva de la que me hubiera gustado, mientras ella negaba rápidamente.- Dios... solo necesito... joder.
Salí con velocidad de la clase, sin pedir permiso, sin avisar, y obviamente por muy discreto que me hubiese gustado ser, ni lo fui, ni tampoco lo intenté, por lo que, de forma obvia, toda la maldita clase se había fijado en eso, y no tardarían en preguntar a Neeko, quien es pésima mintiendo, en resumen, estaba en la mierda.
Eso es lo que pensé mientras fumaba un cigarro encerrado en uno de los cubículos del baño en un intento fallido de calmarme. ¿Cómo se había salido todo de control en tan solo unas semanas? Se suponía que todo iría bien, por lo menos hasta graduarme y salir de este infierno de pueblo, y ahora todo se desvanecía poco a poco, como el humo que salía de mi boca con cada calada.
-¡Qué lo digo enserio, tío!
Me encogí en mi sitio al escuchar voces entrando y discutiendo sobre algo que yo... no sabía.
-Ese maricón se ha pegado con su padre por un par de pastis.- Rio uno de ellos.- Si yo fuera él simplemente lo dejaría estar, total, es un hipócrita de mierda.
-Shh- Le chistó otro.- ¿Crees que alguien le compraría? ¡Que asco! No quiero tener que chupársela por un poco de cocaína, tío.
-Pff... ¿sabes quién se la ha chupado?- Bajó la voz uno de ellos.- Aphelios.
Me congelé en tan solo un segundo, sintiendo un calor ardiente nacer desde mi vientre y esparcirse por el resto de mi cuerpo, quería romper la puerta pintarrajeada de aquel asqueroso cubículo y gritar, tan fuerte hasta quedarme sin voz, matar a esos chicos que ni siquiera conocía, quienes habían puesto mi nombre en su sucia boca para soltar rumores sin sentido, con estas sensaciones haciéndome notar al segundo mi estúpido desayuno subir fugaz por mi garganta y sin siquiera poder decidir si mantener mi boca cerrada o abierta vomito sin escrúpulos la mezcla de zumo y tostadas de esta mañana sobre el parte de la puerta y el suelo.
Temo. Temo que esos chicos lo hayan oído o visto, pero me doy cuenta del silencio absoluto que reina en aquel espacio. ¿Cuánto tiempo ha pasado siquiera? Me levanto con lentitud y abro la puerta con el mismo ritmo, tratando de no pisar aquella sustancia asquerosa.
Nadie. Absolutamente nadie, que alivio.
Salí por completo y lavé mi boca y cara en el lavabo, para revisar mi móvil justo después y darme cuenta de que era hora del almuerzo, y que, por poco que me apeteciera, debía como mínimo ir a despedirme de mi grupo en la cafetería. No acabaría las clases en este estado, me negaba.
Caminé, seguro, intentándolo al menos, a pesar de sentir mi esófago arder y que cada maldito alumno me miraba y juzgaba.
Y tras unos minutos finalmente les vi sentados en la mesa de siempre, haciéndome sentir más aliviado, de alguna manera. Aceleré mi paso para llegar con más rapidez a ellos.
-¡Te lo juro!
Fue lo último que oí, dicho por Lux, ya que justo al llegar absolutamente toda la mesa se calló, haciéndome sentir extraño, fuera de lugar.
-Hola Phel.- Ezreal rompió el silencio, con una sonrisa genuina, no supe muy bien como reaccionar al ver las caras de pánico del resto de personas, y de pronto, noté un brazo sobre mis hombros.
-¡Ey, Phel!- Lo reconocí de inmediato. Darius.- ¿Por dónde anda Sett? Podrías decir algo por una vez... para variar.
-¿Por qué debería saberlo?- Musité un poco a la defensiva, mientras trataba de apartarlo, sin éxito.
-Ah, ¿no lo sabes?
-¿Saber qué?
-Todo el mundo sabe que se la chupas por un poco de droga.
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Carga pesada ; SettPhel
FanfictionTodo iba tan bien para Aphelios, una familia relativamente feliz, notas perfectas en sus estudios, y los mejores amigos que podía pedir, entonces... Sett, ¿por qué tuviste que besarlo?