Junto con su perspectiva pesimista del mundo, les presentamos a Alex, la historia de un chico Argentino que lucha todos los días para soñar en que habrá un mañana bonito y que su situación familiar mejorara.
-¡Qué lindo que es dormir, qué feo que es despertarse! Esas son las únicas palabras de aliento que tenía cada mañana. Eran las 6:30 de la mañana cuando el despertador empezó a sonar. Era la hora de levantarme para empezar el día en la escuela. Me dije a mí mismo: -10 minutos más no le hacen mal a nadie. Y así, los 10 minutos se convirtieron en 15, luego en 20 y por último en 30. Eran las 7 de la mañana y me levanté por los gritos de mi mamá diciendo: -Alex, levántate. ¡Tenés que ir a la escuela nene! Me levanté lo más rápido que pude porque sino, llegaba tarde. Algo que me molestaba de mí era que no puedo disimular mi cara. Eviten hablarme cuando me levanto, probablemente los voy a mirar con una cara de asco y con 0 ganas de soportar a nadie. Me cepillé los dientes y me miré al espejo. Ahí ya quise romper mi reflejo. El acné me tiene harto. Estaba a punto de empezar a los gritos cuando de repente, mi estómago empezó a gruñir. Agarré una medialuna y preparé mi mochila. Justo estaba pensando si estaba mal comer esa medialuna, digo, sentía que subía 140 kilos. ¿Una medialuna no hace nada?
Justo me crucé con mi mamá y otra vez me retó. Me decía el mismo discurso de siempre: -¡Loco, tenés 16 años y todavía te tengo que estar levantando para ir a la escuela y qué no llegues tarde! Estaba muy enojado. Empezar el día con esas palabras te quitan las ganas de vivir.
Salí de mi casa y puse música. El camino era un poco largo pero con música todo se hace más rápido. Es lo mismo de siempre. Personas tomando el 548 para arrancar el día y laburar por un sueldo que no te alcanza para nada en este país. Creo que me fui por las ramas. El día estaba hermoso. Un cielo muy azul y un sol muy ardiente. Pasé por la vidriera de la panadería y me vi en el reflejo. Me di cuenta que mi ropa estaba muy arrugada, me olvidé de pasarle la plancha. Soy muy malo en esto de ir al colegio, casi me ahogo con el humo del cigarrillo. Eso me pasa por estar prestando atención a la pelea de la señora y el chófer del colectivo.
Mi rutina era así de simple. Te levantas tarde, caminas hacia la escuela (a veces corro), tu directora te pone una nota por la llegada tarde y subís la escalera para ir al aula. Me sentaba en el último banco de la fila de la izquierda. Era un día más aburrido de lo habitual. Todo era tan simple y más de lo normal que te hacía dormir. Me hacía el distraído pero escuchaba todo. Escuchaba a mis compañeros ya decidiendo a que universidad iban a ir. Ellos estudian negocios y ellas medicina. Yo, por mi parte, estudio el piso. Se quejan del trabajo y yo seguía sin entender el verbo To Be.
Hablando de estudios y tareas de investigación, tengo que admitir que nunca fui un alumno ejemplar ni tampoco me gustó la manera en la que estudian. Ese sistema de memorizar todas las palabras y todos los párrafos no van conmigo. Soy muy malo estudiando de esa forma.
Todos mis amigos falsos me preguntaban como estaba y yo respondía: -bien. La palabra "bien" tiene muchos significado para algunos. Mi significado era estar bien con mis mejillas rojas cansadas de estar sonriendo y fingiendo. Podría actuar como si nada me importara, pero la realidad era que no estaba bien. No pregunten como estoy porque saben que no estoy bien, ni mucho menos feliz; pero a lo mejor, puedo decir que no estoy triste. Muy confuso todo.
Necesitaba unos mates. Estaba de mal humor porque no podía concentrarme en la tarea y nada me salía bien, me sentía inútil en esa habitación de 4 paredes. El colegio no va conmigo, lo juro.
Sonó la campana de las 12 hs, guardé mis útiles y me fui a mi casa. Crucé la calle y fui a la panadería "Tentaciones". Compré unas medialunas para hacer con jamón y queso. Crucé devuelta la calle y entré al edificio 14. Subí por el ascensor. Me daba mucho miedo los ascensores, no sé por qué. Abrí la puerta de mi casa y me acosté en el sofá. Mi gato me hizo compañía. Tendría que estar cocinandome las medialunas pero vi en Tik Tok que el tabaco quitaba el hambre, así que solo prendí la tele y la apagué a los 5 segundos. Ya me deprimió las noticias del balotage, la cantidad de mujeres que se matan y la cantidad de jubilados que tienen que limpiar vidrios para comer un plato abundante de comida. Procedí a dormir hasta que mi madre llegara de trabajar. Obviamente, nunca haciendo la tarea. Mi mamá trabajaba en una librería y mi papá estaba en el negocio de Uber o Didi o alguna de esas empresas.
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Después de las 19hs, empezaba la hora de prepararme mentalmente para la llegada de mi mamá del trabajo. Tenía que limpiar la casa, lavar los platos y dejar todo ordenado; así ella llegaba y lo único que tenía que hacer era acostarse en el sofá. Estaba tan solo que lo único que quería es hacerla sentir orgullosa de algo y que tenía un buen hijo pero, obvio, nada servía porque revisaba mi cuaderno de comunicaciones y empezaba a los gritos.
Papá todavía no llegó a casa. Otra noche más sin él. Ya pasó 4 días sin verlo. No lo extraño tanto pero me hace falta su figura. Siempre fue irresponsable y un tanto ausente en mi vida, pero no es un hombre malo. Yo lo quiero mucho y todavía tengo esperanza en que volvamos a ser la familia que éramos hace 5 años.
Otra noche más sin comer. Abrí Instagram y ya quise ahogarme en un vaso de Gancia. Tantos cuerpos hermosos y el mío muy borroso. Quería tirar mi celular por la pared. Tener 16 años no es nada divertido. Tan fuerte mi mente vacía. Estoy intentando no perder el resto de mí, estoy preocupado que yo haya desperdiciado lo mejor de mí en estos absurdos pensamientos. Yo no elegí esta ciudad, sueño con irme de acá. Estoy intentado liberar mi mente antes del fin del mundo, ya que esta guerra todavía no termina. Aún creo en los días buenos. Este mundo me ha estado tratando muy mal y la vida me ha estado matando. Continúa haciéndolo. Ojalá que mañana sea mejor. Mi mundo solo todavía no tiene ninguna motivación.
