Capítulo 2.

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El viaje en auto fue sumamente pacífico, sin ninguna palabra entre ambos. Durante todo ese momento, el castaño solo se disponía a mirar enternecido el paisaje exterior que le ofrecía una hermosa vista. Con el leve viento helado golpeteando sus mejillas, causando que se tiñeran en un rojo leve.

Al detenerse, Dooshik pago al conductor del taxi. Dan, sin esperarlo y sin querer ser un problema, decidió bajarse por su cuenta. Asombrado por el sitio donde estaban, no era nada ostentoso, pero eso no quitaba lo cálido y acogedor que se veía.

─Aún debes guardar reposo. -inquirió con preocupación, colocando su mano en la cadera del contrario para que tenga mejor equilibrio, mientras que en la otra cargaba el bolso del castaño.

Quizá, era el instinto de todo Alfa al ver un Omega embarazado, sentir que debe cuidarlo. Decidió pasar por alto eso, no aturdiría su mente con vagos pensamientos contradictorios a sus acciones propuestas.

─Perdóneme.

─Pasemos.

Sin más, cortaron la poca conversación que tenían. El ambiente entre ambos no era tenso, pero tampoco afable como lo sería una pareja. Causándole más dudas al de menor estatura. ¿Acaso, él era el problema de ese entorno formado?

Procedieron a entrar en medidas reducidas con el fin de prevenir cualquier incertidumbre para el Omega. Al entrar, el pesado aroma consterno a Dan. ¿Cómo era posible? En el hospital, se sintió protegido, era más ligero y tenue favoreciendo a su sensible gusto olfativo. Sin embargo, ahora estaba indeciso y receloso. Se sentía fuera de lugar, todo infestado de dolor e ira.

Kang vio su reacción, así que dictaminó que no era nada bueno aquello. No lo tomo en cuenta antes de traerlo a casa, elegir decisiones precipitadas se estaba volviendo costumbre. Lo dejó en el marco de la puerta, yendo a paso apurado a abrir las ventanas de su hogar. Era necesario disipar todo para la comodidad del castaño.

─Perdóneme... -habló con su mano tapando su nariz. En las comisuras de sus ojos, las lagrimas batallaban para salir.

─Creo que ya han sido muchas disculpas. -mencionó con tranquilidad. Al terminar, volvió a por él, llevándolo a la suavidad del sofá. ─Traeré té, debes de estar agotado. -sin más, desapareció de la vista del mayor.

Al no tenerlo cerca, y con el aire más limpio, se dispuso a ver a su alrededor. Tenía razón. Era cálido y acogedor a simple vista. En perfecto orden, aunque algo le llamo la atención. La pila de cajas acumuladas en una esquina de la habitación.

Entrándole una duda, ¿Acababan de mudarse al lugar o planeaban irse? Además de que no había marcos con fotos en ningún sitio, tampoco nada que le recordara sus años juntos. Y lo más importante, ¿Dónde estaba su abuela?

Un pequeño pinchazo en su pecho lo hizo colocarse ambas manos en ese lugar, intentando aliviar el dolor creciente. ¿Era debido al accidente? ¿Debería informar a Dooshik sobre eso? 

No lo recordaba, ni a él ni su tiempo juntos, pero aun así sentía que podía confiar en él sin importar que sucediera. Era una intuición decretada por su casta. Y por lo visto, el menor también se sentía así, ya que apenas lo vio le pregunto su estado.

─Mi abuela, ¿Ella esta bien? -cuestiono, su voz salió débilmente. Ignorando deliberadamente la pregunta anterior. ─Estaba en el hospital, ella estaba en el hospital. Lo recuerdo, aunque todavía no es lúcido. ¿Esta ella bien verdad?

 Verlo en ese estado abatido y temeroso al punto de llorar, tan vulnerable, hizo que soltara sus feromonas para tranquilizarlo.

─Claro, lo esta. Se encuentra estable, pero no la puedes visitar aun por los momentos. Debes recuperarte primero.

Soy más que mis cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora