CAPÍTULO 14

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Adevertencia: este capítulo tiene una escena sexual <3


Ya era la tercera vez que intentaba despertarlo a Lautaro pero no parecía tener muchas ganas de levantarse porque se quejaba diciendo algo inentendible y se tapaba cada vez más con la sábana.

—La puta madre, Nicolás —dijo enojado y con la voz ronca—. Dejame de romper las pelotas que quiero dormir.

Alma se empezó a reír mientras se sentaba en el borde de la cama, mirándolo. Se había levantado de mejor humor después de poder dormir toda la noche de corrido y quería aprovechar un rato con el número veintidós antes de contarle sobre lo que había pasado.

—No soy Taglia pero si querés me voy —habló en un susurro e hizo el intento de pararse pero la mano de Lautaro se encerró sobre su codo y la atrajo hacia él.

—No, vos no te vayas nunca. —Todavía no la miraba porque seguía con los ojos cerrados pero le sonreía mientras dejaba su mano sobre la cintura de ella—. ¿Te sentís mejor?

—Sí, creo que necesitaba descansar un poco. —Se acercó hasta la boca del jugador y dejó un pico sobre sus labios—. ¿Vos cómo estás? Me imagino que feliz por haber pasado a octavos. —Apoyó su cabeza en el hueco del cuello de él, con una sonrisa.

—Más que feliz —le respondió y subió su mano hasta la espalda, a la altura de sus costillas—. Encima me levanto y estás acá preguntándome cómo estoy. Por mí, vení todas las mañanas.

Alma sabía que eso iba a ser imposible porque ese mismo día a la tarde, intentaría buscar algún vuelo para poder volverse a la Argentina pero prefirió no arruinar el momento diciéndole eso y solo se acercó a su cara y lo besó con necesidad. Lautaro le correspondió al instante, pegando sus cuerpos con un jadeo pero frenó después de unos segundos, poniendo un poco de distancia entre sus caras.

—Pará, Al —dijo un poco agitado—. ¿Y Nico?

—Cuando les toqué la puerta, me abrió ya cambiado y me dijo que no nos preocupáramos por él porque se iba con Ota y De Paul, así que no iba a volver hasta después del desayuno. —Le sonrió—. Tenemos bastante tiempo solo para nosotros y después, se me ocurrió que podíamos llevarnos algunas cosas para desayunar en el jardín.

—Me encanta la idea. —El jugador le dio un beso en la mejilla—. Encima hoy tenemos día libre así que, tengo más tiempo para estar con vos.

Alma volvió a besarlo mientras sus manos se colaban por abajo de la remera de Lautaro, acariciando su pecho. Él subió sus manos un poco más, dejándolas en los omóplatos de ella.

—Epa, estamos medias cariñosas hoy —logró decir en el medio del beso.

—Es que ayer te extrañé y encima hay que celebrar.

Personalmente, no tenía tanto para celebrar pero sabía que el número veintidós sí por lo que estaba haciendo su mejor esfuerzo para animarse un poco.

—Sos linda, eh.

Rápidamente la agarró de la cintura y rodó sobre la cama, haciendo que Alma quedara abajo suyo. Volvió a atacar sus labios, sacándole un jadeo y levantó algunos centímetros su remerón, acariciando sus costillas. Ella agarró el borde de la remera del jugador y con la ayuda de él, se la sacó.

—¿Querés? —le preguntó Lautaro antes de hacer cualquier otra cosa—. Porque yo sí pero si vos no tenés ganas o todavía no te sentís cómoda, podemos dejarlo acá.

—Sí, Lauti.

El veintidós sonrió y empezó a dejar un camino de besos por todo su cuello hasta llegar al principio del remerón. Terminó de subirlo, deshaciéndose de éste y alejándose un poco para poder admirarla casi sin nada puesto.

Un mundial diferente | Lautaro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora