Prólogo.

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Prólogo.

Cuenta la leyenda que en algún lugar de la región de Chancapalna vivían un par de jóvenes que se hallaban muy enamorados, pero existía algo que les impedía poder estar juntos. Se cuenta que él era el hijo de un líder nativo y pronto tendría que asumir el liderazgo que por derecho y obligación de linaje le correspondía. Ella, una nativa de otra tribu llamada Günatyz, que en ese momento se encontraba en disputas con la tribu Koyala, la tribu a la que pertenecía su amado. Nadie sabía de este romance prohibido y era mejor que se conservara de esa manera. Si la persona equivocada se enteraba, habrían problemas; nadie aceptaría dicha unión de dos personas que habitaban en lugares distintos y de tribus rivales.

El plan de encontrarse a los límites de ambas tribus para poder verse bajo la luz cómplice de la luna, era lo único que tenían. Pero como en todo, pasó lo que tanto temían; la noticia se dió a conocer por todos lados y los problemas surgieron. Líderes de ambas tribus, disgustados con la situación, les prohibieron salir de sus respectivas aldeas. Es entonces cuando Itzae se dirige al bosque a escondidas para conjurar a la luna hasta el amanecer. Entre súplicas y lágrimas ruega a la luna por desposar a su amado. Dicho juramento fue escuchado y respondido.

- ¿Deseas tú con tanto fervor unirte a un hombre que será tu destrucción?

Itzae estaba sin habla, jamás creyó ser merecedora de respuesta alguna, más aún tomó valentía y le respondió.

- Con toda mi alma, sé que él será mi felicidad.

Ella no sabía del poder que le estaba dando a sus palabras. Su amor por Balaam la tenía ciega pero dispuesta a cualquier cosa. 

- Te ayudaré con este anhelo de tu corazón, porque sé que lo pides sin malicia alguna. Sin embargo, hay algo que yo también anhelo y que solo tú puedes darme.

Itzae no entendía, ¿qué podría tener una simple mortal como ella que la misma luna quisiera? Aun con esto, aceptó cualquiera que fuese el precio.

- Podrás desposar a tu amado a cambio del primer hijo que le engendres a él.

Al regresar a su cabaña, Itzae sabía que tenía un pacto con la luna, uno que debía cumplir, ese fue el precio de su petición. Bajo la influencia de la diosa Luna, los líderes de ambas tribus pactan una tregua. Itzae sabe el porqué, pero decide ser feliz y seguir con todo lo que estaba sucediendo. Hubo aprovechamiento, ambas comunidades se volvieron una sola y los amantes pudieron ser felices en sagrada unión. Pasa el tiempo y todo es prosperidad y paz, se da la noticia del futuro líder, el primogénito de esa unión. La chamana de la aldea anuncia que el bebé será un niño, lo cual es una noticia de gran alegría, pues esto solo significa la continuidad del liderazgo.

Pasado los nueve meses, el niño nace un nueve de septiembre del año novecientos noventa y nueve. El bebé era tan blanco como el lomo de un armiño, sus ojos eran color azul como el tono de la luz lunar reflejado sobre el agua de un lago, su pelo era plateado y tenía una marca de nacimiento, un lunar en el centro del pecho color negro en forma de luna mengüante. Debido a estas características su madre le puso por nombre Kalik, que significa “Luna que trae agua”.

Para los Günatyz la luna es su diosa principal y el agua simboliza adaptación y ligereza, pero a la vez fuerza. Los demás aldeanos al saber sobre los peculiares rasgos del niño pensaban que era producto de una maldición, pero su padre inmediatamente pensó que era hijo de un payo; su mujer lo había traicionado con otro hombre. Itzae consciente de su trato con la madre Luna, entendía que el niño era producto de este pacto, era hijo de Luna. La chamana, poseedora de años de sabiduría, también entendió el porqué de los rasgos del niño.

Balaam lleno de ira, sin darle oportunidad alguna a Itzae para explicar sus acciones, tomó una daga e hirió de muerte a su mujer. Mientras Itzae agonizaba en el piso, rogó a la Luna que cuidase del niño.

- Diosa Luna, te ruego oigas mis palabras una última vez. -Exclamó Itzae agonizando desde el piso- Por favor, cuida de Kalik, Balaam es capaz de hacer cualquier cosa.

- Velaré por Kalik siempre, ahora descansa y se una estrella más. - Le susurro la Luna a Itzae -

Luego Balaam, con el niño en brazos, fue al bosque y allí le abandonó sin importar las bajas temperaturas. El pequeño cuerpo del niño se vería pronto cubierto por la nieve. Sin remordimiento alguno regresó a la aldea y sabiendo las consecuencias que surgirían con la tribu de los Günatyz, aprovechando su posición como hijo del líder, salió impune de sus actos y convenció a los Koyala de levantarse en armas contra los Günatyz. Sin perder tiempo, esa misma noche los Koyala atacaron a traición a los Günatyz.

La misma noche que el hijo de Luna fue abandonado,  fue la misma noche que los Koyala tomaron el control de la zona y apresaron a los pocos Günatyz sobrevivientes del ataque. Una noche que debió estar llena de júbilo por el nacimiento del niño que uniría ambas tribus, fue una noche en la que solo hubo lágrimas y sangre.

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¡Una nueva historia está a punto de comenzar! Entra en esta aventura ❤️

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora