Parece que U.S.A ha llegado a una mansión super lujosa en Rusia, Moscú, le contrataron para tomar el rol de pr*stituta para un hombre el cual todavía ni U.S.A ni Rusia saben el uno del otro, cuando se encuentran ambos no saben si se llevarán bien o...
— Se supone que debíamos traficar en secreto, Alemania. —
— ¿Y que estamos haciendo? — Lo miró, mientras lo veía negar suavemente con su cabeza.
— Se nota que andas pendiente, uno de nuestros hermanos nos descubrió. —Hablo el otro Alemania.
—¿Quién? Tal vez podremos... Ya sabes. — Se refería a sobornarlo, pues sabía que ninguno de sus hermanos podría quedarse callado por mucho tiempo.
— Bielorusia. — Contesto, serio.
— ¡¿Que?!—Dejo caer su taza que contenía café, occidental se quedó callado.
— Si, y sabes que ella, bueno... Es alguien difícil. — Le dijo, oriental.
— ¿Y si le decimos a central?— Hablo, pensativo.
— Central es algo difícil llegar a un tratado, pero sabes que se tomará en serio eso, y puede hacerlo para mal o para bien...— Desvió su mirada a la ventana.
— No importa, se que el no matará a su propia hermana favorita. — Sonrió, algo malicioso.
— ...Entiendo lo que quieres hacer, pero es algo arriesgado. —
— ¿Que cosa? —Preguntó desde el marco de la puerta.
—... ¿Tienes un tiempo desocupado? — Los tres alemanes miraron a Alemania Central.
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— ¡Ah!~ ¡Rusia! — Apretó las sábanas con sus manos, mientras era embestido por el eslavo.
— Cálmate... Ya casi termino. — Susurro a su oído, mientras besaba y mordisqueaba el cuello del norteamericano a su antojo.
U.S.A gemia casi a gritos, quién diría que el ruso de alguna forma fuera brusco, no sabía si quejarse o no, ya que anteriormente el eslavo le había dicho que iba a ser amable.
Rusia terminó por correrse por tercera vez en el interior del americano, quién apretó más las sábanas al sentir el pegajoso líquido en el, provocando que por aquella sensacion, tuviera su orgasmo manchando las sábanas, Rusia algo cansado salió del interior de su "puta" y se sentó al lado de el, notando que tenía unas cuantas lágrimas en su rostro.
— Tengo que admitir que no estuvo tan mal, eres mejor de lo que pensé. — Dijo, desvergonzado mientras veía al americano voltearse con un sonrojo en sus mejillas y a la vez algo molesto.
