Sombras de Aurora

Capítulo II

Una excursión a las Ruinas de Ertenforl tal vez no era la propuesta más discreta con la que Aurora habría podido dar, pero no quería ir hasta allí sola, ni mucho menos entrar, por lo que había tenido que convencer a Fénix de ir con ella con el pretexto más absurdo posible, aunque él tampoco había opuesto mucha resistencia ante la idea de ir de aventura a aquel lugar, conocido por su sacralidad y su misterio.

Tras horas investigando los documentos, todos los indicios le habían llevado a aquellas ruinas. No se las mencionaba específicamente en ningún texto, pero a Aurora no se le ocurría ningún otro lugar en Aetheria que se asemejara tanto a lo descrito como aquel. Las Ruinas de Eretnforl eran un antiguo y místico lugar lleno de historia y magia. Estas ruinas tenían una presencia imponente y estaban compuestas por estructuras talladas en piedra, alzándose como testigos del pasado. Por lo que se contaba, su nombre venia de la conexión con la perpetuidad y la belleza, reflejando la naturaleza atemporal y la importancia espiritual del lugar. Se decia que las Ruinas de Eternaflor eran un centro de convergencia de corrientes mágicas, donde la magia fluía de manera excepcionalmente fuerte y pura. Los guardianes y sabios del pasado las eligieron como un sitio sagrado para preservar la sabiduría ancestral y los secretos relacionados con el equilibrio mágico de Aetheria.

Más allá del relato tradicional, la realidad era que aquellas ruinas se habían quedado como lo que eran, ruinas. Pocas veces había nadie por allí, más que algún curioso, como lo eran ellos ahora mismo, pero el lugar hacía años que carecía de ningún misterio para los Aerianos. Dentro de las ruinas, los visitantes podían encontrar inscripciones mágicas, símbolos antiguos y estructuras que narran la historia de los guardianes que una vez protegieron Aetheria, pero eso era todo, inscripciones y símbolos.

A la media hora, Aurora ya se había cansado de aguantar la sobre exaltación de Fénix, emocionado por lo que veía y sin contenerse de inventar historias y teorizar sobre el contenido, sin saber realmente el objetivo que se escondía tras su visita. Sin prestarle mucha atención, siguió adentrándose en las ruinas con su amigo saltando a su alrededor, concentrada en examinar las inscripciones en una pared cercana. En un momento de desafortunada sincronización, Fénix, en medio de un salto particularmente alto, chocó accidentalmente con Aurora, quien perdió momentáneamente el equilibrio.

Ambos cayeron al suelo con un estruendoso ruido, junto a las maldiciones de Aurora que le reprendía a su amigo que ya le había advertido y que fuera con más cuidado. Entre risas y bromas sobre la falta de gracia que tenía Fénix, siendo esgrimista, Aurora se dio cuenta de que el choque los había llevado a caer en un rincón de las ruinas que anteriormente había pasado por alto, estando demasiado escondido y oscuro.

En el lugar donde aterrizaron, una fina capa de polvo se levantó revelando una inscripción oculta debajo. Parecía ser una escritura adicional que no había sido notada antes, camuflada por siglos de polvo y desgaste. Aurora, curiosa, comenzó a limpiar la inscripción con cuidado, revelando símbolos que resonaban con una luz tenue.

Fénix, aun recuperándose del inesperado encuentro, se unió a Aurora en la lectura de la inscripción. Entre risas y comentarios bromistas sobre cómo "tropezar accidentalmente podía tener beneficios", Aurora se dio cuenta de que este pequeño accidente había sido una casualidad disfrazada. Aquella inscripción era diferente al resto, iluminada y en una lengua que no había visto nunca antes, hasta que las letras talladas en la piedra comenzaron a cobrar vida. Los símbolos empezaron a moverse, danzando en la superficie de la piedra como si fueran fragmentos de la misma y la luz que emanaban parpadeaba en sincronía con la danza de los caracteres, creando una escena que la dejó atónita, sintiendo una extraña resonancia con la escritura en movimiento. Cada palabra parecía pulsar con una energía mágica que se extendía hacia ella. Al principio, el efecto fue sutil, pero conforme la danza de letras se intensificaba, una sensación de mareo envolvía a Aurora, mientras la realidad a su alrededor empezó a desvanecerse.