Capítulo 30

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Cuando sus piernas optaron por responder, corrió tras él, no podía perderlo. Corrió hasta el instituto y entró, corrió por los pasillos vacíos, los alumnos ya habían entrado. Entró en su clase sin llamar a la puerta, la profesora le hablaba, pero él no hacía más que inspeccionar el aula incapaz de escuchar nada, buscándolo. Hyunjin no estaba ahí. Salió sin importarle lo que la profesora pudiera decirle, cerró la puerta y anduvo directamente hacia el baño de hombres, entró mirando los cubículos, todos estaban vacíos. Salió de ahí y Sarah llamó su atención al verlo vagar de aquel modo, Felix parecía mareado y se asustó, pero el peliazul la apartó con brusquedad y siguió andando, buscándolo.

—Felix. —por alguna razón, aquella voz sí que la escuchó, a sus espaldas. Se giró y se encontró con unos ojos marrones ardientes, el chico se acercaba al peliazul.

—¿Dónde está? —preguntó.

—Lejos de ti. —respondió él tranquilamente.

Felix apretó los puños.

—Jisung, déjate de tonterías. —murmuró. Todo daba vueltas.

—Aléjate de él, Felix, porque lo único que haces es hundirle la vida. —dijo.

—No voy a alejarme de él, voy a arreglar las cosas. —dijo empezando a preocuparse, estaba perdiendo el control, no dejaba de apretar su camiseta con fuerza. —Dímelo. ¿Dónde está?

—Él se ha ido a casa. —respondió, y todas las fuerzas se esfumaron de su cuerpo, se tambaleó levemente y se apoyó en la pared, aturdido.

Al ver que las fuerzas volvieron se dio un leve empujón con la pared y pasó por al lado de Han, pero éste lo detuvo.

—Déjale un tiempo, Felix. —le dijo, y el peliazul apretó la mandíbula. —Creo que al menos necesita eso.

—Un día. —murmuró. —Mañana iré a hablar con él y arreglaré las cosas. —respondió.

—Bien, de todos modos no creo que remedies tantos errores. —le dijo, y el peliazul se zafó de su agarre.

—No hables de lo que no tienes ni idea, Han. —le escupió, andando a paso normal por el pasillo mientras desaparecía al final de éste girando y apoyándose en la pared, se deslizó por ésta y agarró su cabeza. De todos modos, todos estaban en clase.

Hyunjin andaba mientras las lágrimas bajaban por su rostro, él no traía dinero encima para coger un bus, mucho menos para un taxi, pero el andar le iría bien para despejarse. Él había empezado a recuperar su peso normal, pero estaba seguro de que volvería a suceder lo mismo, su apetito acabaría cerrándose otra vez. La gente lo miraba de una manera extraña, supongo que se extrañaban al ver un chico de su edad a aquellas horas andar por la ciudad, y además llorando. Romper con Felix le había destrozado y le había dolido más de lo que uno pudiera imaginar, y al ver los ojos del peliazul cristalizarse se sintió todavía peor. ¿Pero qué podía hacer, si estaba jugando con él? Él no hacía más que sufrir cada vez que Felix estaba lejos, y lo mejor que podía hacer era pasar página y olvidarlo, por mucho que doliera y por muy difícil que fuera.

***

Era de noche y él seguía dando vueltas en su cama sin dormirse, había estado llorando durante tantas horas que su cabeza, su garganta y sus ojos dolían, y no le quedaban más lágrimas por derramar. Tenía la garganta seca. Se levantó y se sujetó la cabeza, estaba mareado, muy mareado. Logró ponerse de pie y anduvo fuera de su habitación, se tambaleó un poco y se apoyó en la pared, se sentía muy débil, como si las piernas pudieran fallarle en cualquier momento. Se acercó a las escaleras y bajó un escalón, y no lo vio venir entonces. Intentó sujetarse como pudo a la barandilla de la escalera, pero estaba tan débil y mareado que fue incapaz de agarrarse para no caer. Sus piernas fallaron, haciendo que su cuerpo cayera por las escaleras, sintiendo su cuerpo siendo golpeado con cada escalón.
Lo veía todo negro, sentía cada golpe, su cabeza estaba mojada y sus fuerzas estaban desapareciendo por completo, sus párpados pesaban y finalmente se rindió.

Lee Yong Bok | Lixjin/HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora