Cuando el amor es amor no se mira el color o el sabor...
El amor es amor, eso es lo que es.
A veces vemos cosas que son y cosas que no son.
Pero el amor es esa persona que ve tus cicatrices y aún así se queda a besarlas....
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Una semana antes del viaje a Los Angles....
La lluvia caía sin piedad ocasionando que el ruido incesante del golpeteo de esta en el suelo ya húmedo de la calle inundara el manso silencio en aquella casa. Estaban sumidos en un silencio abrumador al oír el comentario del hijo menor del matrimonio Paéz Gavira, se negaban a creer que su amado hijo, un hombre hecho y derecho de buena familia, con un futuro en el fútbol prometedor hubiera soltado semejante comentario.
¿Tal vez... solo era una moda?
¿Una etapa?
Lo había leído en internet los jóvenes absorben todo lo ven. Quizás ese era el caso de su hijo ¿No?
Se negaba a creer que su Pablo sea uno de esos...
— Si esto es una broma Pablo Martín...
— No lo es... —interrumpió al mayor.
— Tal vez...estas confundido...a penas eres un niñato de 18.
— No estoy confundido.
— Es una etapa hijo, aún no has estado con una chica.
¿En serio su padre acababa de insinuar que a su hijo le faltaba follar con una chica? ¿Esa era su solución?
— No es una etapa papá yo... soy gay...—suspiro bajando la vista a sus zapatos que estaban con las agujetas desatadas después de todo Pedri siempre se las ataba.
Pero él no estaba aquí ahora, no lo podía proteger así como en los partidos.
— Te llevare a un psicólogo...tal vez eso te ayude.
— Es-esto n-no e-es u-una enfermed-dad —tartamudeo el menor aún con la vista en el suelo — Es parte de mi...
Y esa fue la gota que derramo el vaso...
—¡¡Joder Martín!! ¡¡Tu madre y yo te hemos dado todo a ti y a tu hermana!! ¡¡Nunca les ha faltado nada!! ¡¡¡NADA!!! ¡¡¡Y ASÍ NOS PAGAS!!! —elevo la voz notablemente molesto y eso se noto más al golpear la mesa con el puño cerrado.
El menor al oír a su padre se encogió en su lugar pues fue presa del miedo y quien lo diría, el chavalin suicida del Barcelona estaba asustado al borde de explotar en llanto frente a sus progenitores.
— Querido —murmuro Belén la madre del menor colocando una mano sobre el hombro de su marido — Lo mejor será que te calmes.
— ¡¡Calmarme mis cojones Belén!! ¿¡Que no has oído a tu hijo mujer!? — soltó una risa amarga causando que un escalofrío recorriera la espalda dorsal del menor — ¡¡Que le gusta la puta polla!!
