X

47 10 0
                                    

El mundo parecía estar en contra de Minho.

Se dio cuenta cuando, tres días después de haber rechazado la petición de salir de Jisung a cambio de sus tutorías, su profesora privada, la señora Park, le diera la noticia que acabaría con su poca tranquilidad restante.

— Señorito Lee — había dicho la mujer cuando la clase de ese día había culminado —. Debo informarle que, por petición de sus padres, deberé hacerle exámenes con más frecuencia. Sus padres me contaron que necesitaban que usted controlara mejor el inglés, y que los controles cada ciertos meses no era suficiente.

Esa noticia lo había tensado por completo, y es que eso implicaría tener que sumar más horas de estudio a su agenda, si de por sí mantenía ocupado todo el tiempo estudiando, con estos exámenes cada mes le iba a ser peor.

Y con cada clase que pasaba, nuevos temas se iban añadiendo a sus pruebas. El problema no era que tuviera que presentar exámenes a cada rato, pues así también mantenía con otras clases privadas que debía tomar por decisión se sus padres, sino que, a comparación de las otras áreas, no lograba entender con exactitud lo que la señora Park le explicaba.

Por más atención que le brindara a la señora, no entendía cuando le explicaba los temas. Minho sentía que la pronunciación de esa señora era enredada, y por lo mismo, no era capaz de comprender lo que decía.

Comparado con Jisung, quien tenía una pronunciación muy limpia, y con quien Minho lograba entender la mayoría de frases que decía.

Suspiró, mientras se pasaba la mano por el cabello una idea atravesó su mente.

— ¿Y si acepto la petición de Jisung? — Se encontró pensando.

Pero se dio un golpe mental al volver a cuestionarlo. No podía ser posible, nunca lo haría.

Porque salir en ese horario era básicamente escaparse de su casa. Tampoco pensaba pedirle un permiso a sus padres, sabía que no solo se ganaría un "no" por respuesta, sino que comenzaría una serie de preguntas interrogativas y, posiblemente, algún golpe por su descaro o supuesta indisciplina.
Por lo que preferiría negarse a aquellas salidas. No había salido con nadie en años, ni siquiera con Beomgyu.

Cada que le preguntaban si podía salir o quedarse en casa de otra persona, Minho rechazaba con amabilidad, sacando siempre alguna excusa convincente. Y a la vez, tampoco se atrevía a pararse frente a sus padres a pedirles permiso para algo.

Minho le tenía miedo a sus padres por la cantidad de cosas que podrían llegarle a hacer, inclusive la mínima acción que les causara disgusto significaba el sufrimiento del chico.

Y todo quedaba grabado en su memoria, todos sus recuerdos eran así. Sabía que no era bueno, pero tampoco podía pedir ayuda, ¿Quién lo ayudaría? Al fin y al cabo, él era el chico perfecto, que vivía sin problemas.

Pasaba cada día y cada noche repitiéndose que debía serlo, inclusive se obligaba a sí mismo a recordar de nuevo escenas donde sus padres lo corregían, donde le castigaban y lo denigraban. Se obligaba a recordar todo el dolor y el ardor de su piel, todo para que nunca olvidara las consecuencias que podría llevar un mal acto.

Se forzaba a revivir todo esos días llenos de lágrimas y sollozos para mejorar su conducta cada día.

Lo hacía para, dentro de algún tiempo, no tener que vivirlo de nuevo.

Debía ser un chico sin errores. Y pensaba que estaba en camino de convertirse en eso.

— ¡Eres una desgracia! — gritó la mujer, mientras veía la hoja de resultados de aquel día — Solo una cosa tienes que hacer, ¡Una sola, tonto!, y aun así te equivocas... — continuaba insultándolo, mirando a su hijo sin una pizca de piedad —. Quiero saber que hicimos para tener a un hijo tan imbécil ¡Párate animal, rápido!

Our nights [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora