TW: En este capítulo se mencionarán temas sensibles que podrían no ser del agrado de todos. Se recomienda discreción al momento de leer.
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Vegas siempre fue consciente de lo que podía perder. Lo supo desde su primer asesinato. Lo supo desde el primer momento en el que sangre ajena escurrió sobre su rostro, desde el primer instante en el que sintió un pico de adrenalina desconocido acelerándole la respiración y descontrolándole los latidos del corazón.
Recordó aquella noche que lo inició todo, diez años atrás.
La sala de urgencias siempre era una batalla sin fin, y cuando se trataba de pacientes infantiles, los casos podrían complicarse en cuestión de meros instantes. No era extraño que Vegas no viera a Pete durante varios días debido a la carga de trabajo, pero el Omega era tan comprensivo que nunca fue un problema para su relación. En cambio, Pete no hacía más que apoyarlo dentro de sus capacidades y cuando sus estudios se lo permitían; como llevándole el almuerzo o un café camino a la universidad.
Todo parecía marchar bien y acorde a sus planes: terminaría el interinato, aseguraría la residencia en otro hospital dentro del área de cirugía pediátrica y conseguiría un departamento más grande para Pete antes de proponerle matrimonio.
La mera idea lo llenaba de emoción y nerviosismo. Quería que fuera perfecto, porque su Omega no se merecía algo menos que eso: un amor perfecto. Y aunque era consciente de que Pete podía ser feliz por recibir un mero anillo de papel arrugado, el Alfa no quería darle más que lo mejor. Se lo debía. Lo había elegido a él ante todo lo demás, incluso ante su familia, y haría todo lo posible por no dejar que se arrepintiera de ello.
Formarían una nueva familia, a pesar de que Vegas no fuera el mejor lidiando con niños en un principio, aprendió a interactuar con ellos y se encariñó con la idea de tener uno: su propio cachorro junto a su Omega. A Pete le encantaría, adoraba a los niños como si no hubiese un mañana.
Era la realidad perfecta. Su realidad perfecta.
Sin embargo, tras asistir una cirugía de emergencia a un niño de tan solo ocho años... fue cuando las cosas se tornaron inquietantes y escabrosas para el Alfa.
El paciente presentaba señales de abuso en su pequeño cuerpo, y el procedimiento quirúrgico fue tan macabro que no pudo deshacerse de esa sensación tan agobiante pesándole en los hombres tras salir de la sala de operación.
Los rumores no tardaron en hacerse presentes; implicando a un extraño padre de familia que había llegado a la sala de urgencias con su hijo en un estado vil y cruel, echándole la culpa de las heridas del pequeño a una caída desde un resbaladero; pero, ¿desde cuándo un resbaladero podía quebrar más de tres costillas, un brazo y dejar quemaduras de cigarrillo en la piel?
Un sentido de obligación hizo que Vegas se relacionara un poco más de lo necesario con aquel niño pequeño cuyo nombre ya no recordaba con mucha claridad. Y conforme pasaron los días antes de su alta durante esos años, el niño llegar a confiar lo suficiente en el Alfa para preguntarle algo que todavía le erizaban los vellos del cuerpo:
—Si te digo quien fue el que me hizo todo esto, ¿podrías detenerlo?
Vegas tuvo problemas para dormir las noches siguientes, y a pesar de los intentos de Pete por entender lo que le sucedía, el Alfa no cooperaba demasiado por el temor de preocuparlo más de lo necesario; pero, el malestar comenzaba a ser insoportable.
Pensó en contarle todo a la policía. Lo pensó y lo pensó hasta que finalmente lo hizo. Era su deber como médico y responsabilidad ante la ley; sin embargo, a los días de haberlo hecho y que el niño salió del hospital, se arrepintió tanto de sus actos.
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El Encanto de la Bestia [VegasPete]
Short StoryTras años de su captura, el asesino serial Vegas Theerapanyakul acepta cooperar con la policía de Nueva York para atrapar a un posible imitador de sus delitos más escalofriantes bajo la condición de trabajar junto al Dtve. Pete Saenghtam, quien no s...