Clara apretaba fuertemente la mano de Ivonne, quien se hallaba con la mirada perdida en el mural del consultorio donde un bebé era amamantado por su mamá. Durante todo el camino para llegar a la clínica se había puesto a pensar si realmente era lo correcto, si estaba haciendo bien en ponerse a sí misma como una incubadora y atravesar todo el sacrificio que una mujer debe soportar antes y después de dar a luz. Sentía tantas inseguridades, tantas preguntas y dudas que nadie más que ella misma podía resolverlas; ver la expresión de esperanza en el rostro de Clara lograba devolverle parte de la tranquilidad que tanto le costaba tener en momentos como ese. Sabía que su mayor cuestión era el miedo a fracasar, no el de dar a luz, sabía que le temía a lastimarlo, no el suplicio del puerperio ni los dolores consecuentes a la maternidad. Toda su vida había sido una fracasada para el amor, y cuando lo encontró en Clara supo que ella era su lugar seguro, el único hogar que había formado ella sola después de tanto anhelarlo. Debía hacerse la idea de que ella no solo le estaba cumpliendo de convertirse en mamá, sino que también se estaba regalando la dicha de crecer todavía más como mujer y pareja. Su cuerpo tembló de repente cuando escuchó los pasos de la doctora desde el otro lado del pasillo, estaba cerca. Estaban a nada de descubrir la verdad, y después de haberse hecho la idea y hasta la ilusión de albergar un bebé suyo y de Clara en su vientre, no estaba preparada para escuchar algo extremadamente negativo después de haberse comprometido con algo tan grande. Sintió la presión de Clara en sus manos cuando la puerta se abrió de repente.
La doctora caminó a un lado de ambas mujeres y se posicionó en su asiento con unos papeles en sus manos.
— Buenos días a ambas... Espero que se encuentren muy bien.
— Estamos muy bien, gracias. —agradeció Clara dibujando una media sonrisa, e Ivonne se limitó a asentir.
— Me alegro muchísimo, aquí traigo...
— ¿Son mis análisis, doctora? —interrumpió la rubia tragando saliva. La mujer asintió un sonido proveniente de su garganta.
— Así es, Ivonne. Aquí están los resultados de las pruebas que te hemos hecho. ¿Necesitas decirme algo primero?
— No, estoy bien. Por favor, hágalo lo más rápido posible si no arrojan nada bueno. —pidió en voz tenue y algo cabizbaja. La mujer ladeó una sonrisa compasiva y asintió, para luego leer aquellos papeles llenos de términos que la pareja no comprendía. Clara sostenía firme la mirada sobre la doctora, en cambio Ivonne ni siquiera la había levantado. Estaba asustada de que le dijeran que no y romper las ilusiones que con su novia habían comenzado a construir. Otra decepción por sobrellevar era mucha presión. La doctora se detuvo en un punto del papel y se quedó ahí, callada.
— ¿Q-qué arrojaron los resultados, doctora? —acotó la otra rubia mordiéndose los labios hasta pelarlos un poco.
La doctora dejó a un lado los papeles, y luego de verlas en silencio por unos segundos les sonrió.
— Ivonne, los resultados indican que eres apta para llevar un bebé sin dificultades en tu vientre. Podrán convertirse en mamás.
— ¡¿QUÉ?!
— ¿De verdad, doctora? ¿Lo dice de verdad? ¡Oh, por Dios, Ivonne! —la rubia abrazó a su novia con fuerza, la vio quedarse boquiabierta y la sintió fría. Estaba asustada, así que la acarició suavemente buscando hacer contacto visual con ella—. ¿Estás bien, nena?
— S-si... ¿Seré mamá, doctora? ¿Podré serlo?
— Así es, Ivonne. Debes estar muy feliz, ambas cumplirán un enorme sueño juntas. Solo díganme cuando estén listas y comenzaremos el proceso.
— Estoy lista. —se puso de pie con una sonrisa iluminándole el rostro—. Estamos lista, queremos esto más que nada.
Clara no pudo evitar soltar varias lágrimas al sentirse evidentemente conmovida por la noticia y la determinación de su novia, en el fondo sabía que lo había hecho más por ella y darle el gusto de ser madre, aunque en el último tramo la había visto notoriamente emocionada por arriesgarse. Ivonne solo podía idealizarse a sí misma albergando aquel bebé que ambas deseaban, se preguntaba una y otra vez en qué momento había resurgido una nueva mujer en su interior, una que añoraba la maternidad como diera a lugar cuando antes era su mayor rechazo. La vida le volvía a mostrar lo loca que podía resultar ser, y lo buena y generosa que se presentaba en muchas ocasiones. Daphne había hecho hasta lo imposible por poder llevarse a Leonardo a su casa y que siguiera su recuperación allá, donde tenía puras claves y contraseñas en la puerta de su departamento, estaba dispuesta a pagarle lo que fuera, un cuidador, donarle lo que hiciera falta para poder alejarlo del hospital, una zona descuidada y con gente distraída que no pudiera darse cuenta quien entra y sale del edificio. Consiguió el consentimiento médico para trasladarlo a su departamento y un par de enfermeros lo acompañarían hasta que fuera necesario. Mágicamente comenzaba a recomponerse muy bien, aunque los moretones y heridas lucían frescos, lo más peligroso, en teoría, ya había pasado. Ella estaba rendida a cuidarlo de quien fuera necesario, hasta de ella misma. Entró al cuarto del hospital y no pudo evitar sonreírle al verlo sentado con algo de ayuda al borde de la camilla, por un momento, los problemas que no dejaban de perseguirla quedaban en segundo plano.
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Insaciable Deseo (ACTUALIZA LENTO)
RomanceDespués de la tragedia que los cambió para siempre, Ethan y Heather deciden casarse y entregarse enteramente a la pasión que los sucumbe. Estarán dispuestos a construir un nuevo futuro sin remordimientos en contra del mal pronóstico del pasado. Sin...