Un pelinegro se encontraba observando la television.
Y aun que su vista este puesta en la misma sus pensamientos estaban en otro lado del mundo. Teniendo el televisor encendido sin ningun proposito.
Megumi estaba seriamente en mandarle un mensaje al pelirosa, y si, tenia el número de este chico gracias a su amiga.
Bueno eso ahora no importa. Lo que ahora le preocupaba era, ¿Exactamente como es que se lo diria al pelirosa?
Si bien el no se consideraba timido, esos temas de romances y amor lo ponian nervioso, mas si ese pelirosa no era ni mas ni menos que su primer amor.
¿Como actuaria enfrente de alguien tan especial para su corazón? Lo unico que tenia claro era que no podia permitirse un minimo error. Temia que ese tal Yuuji se asustara y se alejara de el.
Era algo que simplemente no queria y ya.
Por eso queria que todo salga perfecto.
Esa mirada de calidez y comprension que siempre le dedicaba cada vez que venia a la cafeteria era y es hermosa, y aun que sabia que esa encantadora mirada no siempre era dedicada a el, egoistamente se negaba a creer tal cosa, sentia que esa simple mirada de colores castaños era para el y solo para el y iba a protegerla a toda costa. No iba a permitir ver que esos ojos perdieran su brillo, no, claro que no, el se asegurara que Itadori Yuuji siempre brille como un sol, siendo su compañero de vida o no.
Y despues de esa reflexion...
Se animo a escribirle.
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Ahora se encontraba esperando a ese chico.
Sentado...
En un parque...
Misteriosamente el de hebras rosadas lo habia convencido de tener su salida de "amigos" en el parque.
Justamente habria aparecido el dueño de sus pensamientos y sueños.
El chico estaba corriendo en direccion a el, ladeando sus manos en señal de saludo con una notable sonrisa en su rostro.
Ademas de su cabello rosado sin duda destaca entre las personas por su energetica personalidad -, 𝘗𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘔𝘦𝘨𝘶𝘮𝘪.
- ¡HOLA! ¡HOLA! -, Gritaba Yuuji.
Hasta que de un momento a otro esos gritos se encontraban rompiendo su parte auditiva.
Cuando volteo se encontro unos grandes ojos dorados mirandole con total confusion.
Sin duda era algo tierno para el pobre projimo que ahora se encontraba con toda la sangre de su cuerpo en su rostro.
De inmediato se aparto del mas bajo.
- Hola, Yuuji -, Dijo el pelinegro teniendo que tragarse toda su vergüenza.
