Velo Nocturno
Klopp se incorporó de su asiento con elegancia, una sonrisa discreta dibujada en sus labios. La multitud se agolpaba alrededor de padre y primogénito como abejas atraídas por la miel, esperando ansiosamente una señal que les permitiera acercarse y saludar al hombre de porte imponente y sonrisa comercial. Podía afirmar con certeza que esa sonrisa era su distintivo profesional: no excesivamente alegre, pero lo suficiente como para causar una buena impresión sin alejar a los comensales.
Eran como corderos en busca de su pastor, y ese pastor era Laban, su padre. A su lado se encontraba Doom, su hermano mayor y heredero. Aunque eran como dos gotas de agua, sus ojos revelaban la única diferencia notable. Laban poseía unos ojos tan oscuros como la noche más profunda, sin distinción entre el color de sus ojos y la intensidad de la noche. Esos ojos profundos y helados contrastaban con el rojo vibrante de su cabello, creando una combinación letal de noche y fuego.
En ese momento, sintió la presión del entorno, y sus piernas no pudieron evitar tambalearse.
— ¡Joven Kopp! —Moges se apresuró a sostener aquel cuerpo débil y sensible al más tenue de los olores.
— Estoy bien —contestó el chico, con el rostro caído y cubierto por un manto de vergüenza y frustración. Había ingerido la medicación recetada específicamente para ese día. Con brazos aún débiles apartó al mayordomo, cuyos ojos no se apartaban de él. El hombre era un guardián, su genuina preocupación lo convertía en un testigo silente, pero esa misma atención lo hacía sentir más inútil y patético.
Kopp anunció con determinación:
— Necesito ir al baño un momento.
Se dispuso a marcharse, dejando tras de sí una estela de vulnerabilidad que contradecía su intento de mostrar fortaleza. Fue solo por un instante, pero antes de alejarse del lugar, pudo divisar a Rune junto a Doom. Su corazón se apretó hasta el punto de sentir que le faltaba el aire. Ambos eran amigos de la infancia, criados juntos e inseparables. A pesar de la cercanía y confianza que compartían, siempre parecía existir una grieta considerable entre ellos, como si algo fundamental estuviera fuera de alcance. Estaba ahí, pero difícil de alcanzar. La única luz en esa noche era la presencia de Rune, su destino, pero, ¿y qué? Nuevamente, desde el pecho, comenzó a sentir ese malestar familiar.
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En el patio, sentado en una de las bancas, pudo sentir la brisa fresca que aliviaba su nariz y aligeraba la presión en su cabeza después de un rato. Doom, al igual que su padre, era un Alpha dominante. Entre los Alphas existía una jerarquía, y él había nacido como un Alpha recesivo, la posición más baja en ese género. Su madre, atrapada en depresiones y vicios, había caído en las garras de la droga Maxim, una sustancia ilegal y altamente peligrosa de su pueblo natal que, gracias a sus conexiones, pudo obtener. Aunque había dejado su consumo al quedar embarazada, el feto en su vientre sufrió sus secuelas, absorbiendo resquicios de la peligrosa droga. Cada noche se convertía en una tortura. El dolor persistente en su nuca y los problemas con las glándulas de olor eran algunas de las consecuencias con las que había nacido. Incapaz de expulsar olor, se encontraba en la categoría de Alpha sin dominancia, privado de la capacidad de liberar feromonas y sin un olor distintivo. Un Alpha sin olor, era un Alpha incompleto. Todas las noches, su glándula sudorípara ardía y dolía, y lo único que lograba calmarla era el té de Maxim, una sustancia a la que había quedado atrapado desde su nacimiento. Era el único bálsamo para sus noches turbulentas. Pronto, el dulce aroma de dulce té impregnó las fosas nasales del chico, un aroma que lo calmaba y ansiaba, acompañado de unos pasos suaves y calculados, como los de una gacela.
— ¿Así que aquí estás? —Esa voz suave y cálida le hizo cosquillas en el oído. Rune se acercaba a él, mientras dirigía una mirada al cielo; sus ojos rosas pálido brillaban aún más en la oscuridad de la noche.
— ¿Y mi hermano? —preguntó el joven con reticencia. Casi se mordió la lengua por hacer la pregunta, pero, en cambio, el joven de cabellos rizados y casi cenizos le regaló una sonrisa.
— Solo necesitaba un poco de aire fresco. Además, Doom está muy ocupado; no quise entrometerme —respondió con mejillas sonrojadas con una chispa traviesa en su mirada. Klopp lo examinó con escepticismo; la familiaridad que tenían le revelaba que las multitudes no eran el terreno propicio para Rune. Era casi seguro que buscaría una vía de escape, dejando a su hermano solo entre los demás invitados.
— ¿En serio? Yo también estaba buscando un poco de aire fresco —respondió Klopp, siguiendo la corriente con una sonrisa apenas contenida. "Mentiroso", resonó el reclamo en los pensamientos del chico.
Lo conozco. Conozco ese gesto cuando las multitudes te abruman, sé que el alcohol más suave te afecta más de lo que lo admites. También sé que, cada vez que te aventuras en una pequeña mentira, evitas la mirada y la eludes con una sonrisa. Y cuando estás nervioso, ese sutil mechón de cabello detrás de tu oreja derecha se convierte en tu refugio. Todo eso lo sé porque siempre te observo, mientras tú observas a mi hermano. Hace solo unos momentos, se te notaba encantado charlando con él. Tus mentiras a medias, las detesto y las amo.
Esos diminutos destellos de compasión y simpatía son facetas tuyas que odio profundamente... aunque, paradójicamente, también son las más preciadas. En la quietud de esa noche estrellada, mientras Rune dirigía su mirada al firmamento, Klopp lo contemplaba con una intensidad reservada para la joya más valiosa del cielo
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enRut
RomanceAmar es como el veneno, una vez que entra se adhiere a tu cuerpo, te marca, no olvida, no perdona... El amor es como el dulce y la miel, es como el vinagre y, la sal... amargo e inamovible al punto de querer arrancarte la piel hasta llegar al corazó...