Capítulo 3

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Capítulo tercero

Analicé su vestimenta; Pantalones negros básicos y camisa blanca de botones arremangada sobre sus codos. Zapatos del color del pantalón con rayas blancas.

Mierda, se veía tan atractivo. Me acerqué a él.

Iba a saludarle verbalmente, pero en un segundo, agarró mi cintura y dejó un suave y delicado beso en mi mejilla derecha.

Entonces pude oler su colonia. La reconocí al instante; Sauvage, Dior.

Joder, ¿Por qué tenía que elegir esa colonia justamente? ¿No podía simplemente no llevar nada o ponerse un aftershave del Hiperdino y ya? ¿Tenía que ponerse esa jodida colonia tan adictiva?

—Hola

—Hola —saludó.

Lo miré por unos segundos mientras se fumaba el cigarro, me observó con sus ojos oscuros y le dio la última calada antes de apagarlo contra la pared y tirarlo a la papelera.

—Vamos a cenar —dictaminó ofreciéndome su mano. Me quedé unos segundos mirando sus anillos, eran bonitos. Y le quedaban bien.

—¿A dónde quieres ir a cenar?

No respondió, simplemente tomo mi mano y me hizo caminar hasta un restaurante bastante elegante, y en aquel momento me sentí avergonzada por no ir lo suficientemente bien vestida. En mi defensa nunca me dijo a donde vendríamos.

Nos sentaron en una mesa en la terraza, no había demasiado gente así que estaba bastante bien, me agobiaba cuando había mucha gente en un mismo sitio.

—Entonces, ¿Cómo va de momento nuestra primera cita? —preguntó.

—Todavía no entiendo porque quieres tener una cita conmigo —me crucé de brazos.

—¿Qué ser humano o no humano no quisiera una cita con una chica como tú, Ana?

—Muchos... —murmuré en voz baja mientras jugaba con mi pelo recién ondulado.

Sentí una pequeña patada en la pierna derecha, así que alcé la mirada.

—¿Qué? —pregunté con algo de agresividad.

—Eres muy guapa.

Aunque no era la primera vez que me lo decían, que me lo dijera Aiden me causaba un cosquilleo en el pecho que era un poquito raro.

—Gracias... —murmuré.

Soltó un pequeño "um" mientras me miraba fijamente, haciéndome revolver las piernas un poco de la vergüenza. Sin embargo, no era como en otras citas que intentaban observar mi escote o el final de mi falda, Aiden simplemente me miraba a los ojos, a mis simples y aburridos ojos marrones.

Los observaba como si fueran algo especial, como si tuvieran algún brillo que yo no podía ver en ellos.

Nos quedamos un rato así, quietos, casi paralizados mientras nos observábamos el uno al otro. Bajé los ojos de los suyos a sus labios por un segundo, por una milésima de tiempo, pero fue suficiente para erizar mi piel.

—¿Vamos a seguir con esta tensión o la rompemos de una vez, lunática? —habló él con voz ronca mientras jugaba con los anillos de sus dedos.

—¿Sugieres algo?

—Sugiero una noche, una noche para romper esta tensión que tenemos, Ana —su voz me dio escalofríos, no por miedo, si no por un calor dentro de mi cuerpo que hacía mucho tiempo que no sentía.

Tragué saliva mientras una idea pasaba por mi mente, entonces hice lo que me pidió el cuerpo y me quité con delicadeza uno de los tacones. Comencé a rozar con la punta de mi pie la tela del pantalón de Aiden. Alzó su mirada al sentir el contacto.

Con amor; Ana | DISPONIBLE EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora