Había una vez una flor, ella no era la flor más bonita, no era una rosa de colores vivos, no era una margarita con muchos pétalos, era una flor común, una flor blanca, con cinco pétalos. La flor se sentía sin vida, sin rumbo, sin color, a veces se sentía bien, al recibir esas caricias del viento cada tarde, ella se ponía triste, el viento sólo llegaba en las tardes, ella tenía que esperar horas y horas para ser acariciada una vez en su día. Ella tenía flores vecinas, que hablaban con ella, pero esas flores eran falsas, sólo buscaban sentirse menos solas, tener a alguien con quien hablar, a alguien de quien hablar. La flor, tenía con quien hablar pero no se sentía bien, no sentía ese apoyo y esa comprensión, las otras flores sólo eran falsas y buscaban estar bien consigo mismas nada más. La flor vivía en un arbustito, con flores igual a ella, pero ella sentía que no encajaba ahí, a veces pensaba que en su arbusto, las flores ni si quiera sentían su presencia, esas flores eran igual a ella, blancas, con cinco pétalos, pero conformistas. La flor estaba muy triste, sentía que no encajaba, ni en su arbusto, ni en su tierra, ni en su jardín. Lo único que le daba tranquilidad, eran esas caricias que le daba el viento cada tarde. Una tarde, el viento no sopló, la flor estaba muy triste, extrañaba esas caricias del viento que la hacían sentir más viva, alegre. Pasaron más tardes y el viento siguió sin soplar, ya no venía más, el viento decidió irse, y no volver. Por que el viento amaba a la flor, la flor amaba al viento, era un amor imposible y difícil de llevar. Si el viento seguía soplando, terminaría arrancando a la flor y ella moriría. Lo que no sabía el viento es que la flor sin él moriría también, más lenta y dolorosamente.
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Amar como ama una flor.
RomanceHabía una vez una flor, ella no era la flor más bonita, no era una rosa de colores vivos, no era una margarita con muchos pétalos, era una flor común, una flor blanca, con cinco pétalos...