Capítulo XXIII

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Los tres, unidos por la misión que compartían, caminaron hacia las afueras de Sharm el-Sheikh. Bajo el resplandor de las estrellas que se reflejaban en el Mar Rojo, Ishia, Horura Khepren, y Ma'at compartieron un momento de reflexión.

Ishia, con ojos llenos de admiración, se dirigió a Horura y Ma'at. "Es un honor conocer a los viajeros de los que se habla en todo el Mar Rojo. Su reputación precede mucho su camino".

Ma'at, sorprendida, preguntó: "¿En todo el Mar Rojo? ¿Cómo es posible que nuestra historia se haya extendido tan lejos?"

Ishia sonrió con calma. "¡Así es! Su búsqueda de las reliquias y la lucha contra las fuerzas oscuras ha dejado una huella en la trama del destino. Los susurros de sus actos se han extendido, y muchos han oído hablar de los guardianes que luchan por el equilibrio".

Ma'at y Horura intercambiaron miradas llenas de asombro. No sabían que sus acciones habían resonado tan lejos.

Horus, con la mirada en el horizonte, preguntó a Ishia sobre su historia y las razones que la llevaron a abandonar Berenice.

Ishia compartió la trágica historia de la invasión de las Tierras de Berenice durante la Guerra de Guiza, un relato de luchas y pérdidas que resonó en los corazones de los tres viajeros.

Horura Khepren se adelantó con determinación. "Entonces, enfrentaremos lo que sea necesario, no solo por las reliquias y el equilibrio, sino también por aquellos que han sufrido".

Ishia asintió. "Será un honor unirme a su causa. Pero antes, permitamos que Sharm el-Sheikh se recupere por completo. La paz es esencial antes de enfrentar las sombras que nos aguardan".

Los tres, con la luz de las estrellas como testigo, continuaron su camino hacia un nuevo amanecer, listos para desafiar su destino con valentía y determinación.

***

La noche abrazaba Sharm el-Sheikh con su manto oscuro y tranquilo. Los tres compañeros decidieron descansar en un refugio modesto, donde la hospitalidad de los lugareños les proporcionó un respiro necesario. Ishia, Ma'at y Horura compartieron historias alrededor de una pequeña fogata, fortaleciendo los lazos que se estaban formando entre ellos.

Ma'at, con curiosidad, preguntó a Ishia sobre sus conocimientos y habilidades. "Ishia, ¿Qué dones posees? ¿Cómo has sido capaz de enfrentarte a las sombras del pasado y permanecer en el camino de la luz?"

Ishia, con serenidad, respondió: "Mis dones son la conexión con los antiguos dioses y la habilidad de canalizar la energía de la luz. A lo largo de los años, he aprendido a equilibrar las fuerzas dentro de mí y a utilizarlas para preservar la armonía".

Horura, intrigado, preguntó sobre los dioses antiguos y si tenían alguna influencia en la lucha que estaban llevando a cabo.

Ishia asintió. "Los dioses antiguos siguen vigilando desde los reinos superiores. Aunque han perdido su forma divina, su influencia persiste en los corazones de aquellos que buscan la verdad y la justicia. Nosotros, como sus herederos, tenemos el deber de mantener viva esa llama".

Mientras compartían historias y conocimientos, una sensación de camaradería creció entre los tres. La conexión que habían forjado iba más allá de la misión; era un lazo que trascendía el tiempo y el espacio.

En algún momento de la noche, Ishia se puso de pie y miró al cielo estrellado. "El amanecer traerá nuevos desafíos. Descansemos ahora para enfrentar el mañana con fuerzas renovadas".

Los tres se retiraron a descansar, con la certeza de que el destino les tenía preparadas pruebas más intensas. Pero en ese momento, bajo el manto de las estrellas, encontraron paz y compañía en su travesía.

Horus Jepri ChroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora