CAPÍTULO IV

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                                       TOTALMENTE INESPERADO


Cada día era peor que el anterior. Los recuerdos me estaban consumiendo.

Recordaba que el año pasado no me fue tan difícil sobrellevar todo, pero este año era todo lo contrario.

—¿Piensas salir en algún momento de tu cuarto?—me pregunto Carlos desde el otro lado de la puerta.

No quería salir, pero era necesario. Ya llevaba tres días sin salir del piso. No tenía ganas de nada.

Al final decidí salir sin decir nada y pasé de él.

—¿No me vas a decir nada?

Silencio.

—¿Qué te pasa?—preguntó, cansado de mis actitudes.

—¿Que qué me pasa? No sé, al parecer está de moda contarte a los demás los problemas de tu hermana que te pide que no cuentes—dije enfadada.

—¿De qué hablas? Yo no le he contado nada a nadie.

—No mientas. Sé que se lo has contado a Sam.

—No es cierto—negó.

Yo lo miré con cara decepcionada.

—Te juro que no le conté nada.

—¿Ah, no? Pero sí le contaste que paso mucho tiempo sola.

—Está bien—admitió—, solo le comenté eso, pero nada más.

—No quiero que le vuelvas a mencionar nada más nunca—dije mientras la furia recorría por mis venas. Es que parecía que no lo entendía. Era algo personal.

Él me miró, negando con la cabeza.

—¡No estás bien, Luna! ¿No lo entiendes? ¡Necesitas ayuda!—me gritó.

—No es verdad. Estoy bien sola. No necesito contarle mis problemas a nadie—le dije, pero esta vez con los ojos humedecidos.

—¿Eso crees? ¿Quieres que te diga la verdad? ¡La soledad solo te consume!

—Bueno, ¿y qué? Ya me preocupare yo de mis cosas. Y si necesito hablar con alguien ya me ocuparé de encontrar a la persona adecuada para hacerlo. Por supuesto no será tu mejor amigo, el cual no sabe nada de mí.

—Puede que él te ayude, ¿no lo has considerado alguna vez? Pero ¿sabes qué? Haz lo que quieras—añadió, pero con un tono normal—. Voy a salir un rato, volveré por la tarde.

Salió por la puerta y la cerró sin mirar atrás.

Todo estaba mal. Muy mal. La situación parecía un pozo asfixiante sin salida.

¿Por qué yo no podía sobrellevarlo como mi hermano? Esa pregunta no hacía más que dar vueltas por mi cabeza todos los malditos días.

Durante esos días no había prestado mucha atención a los mensajes que me habían enviado. Mejor dicho, los mensajes que me había mandado Helena, los cuales eran muchos. Finalmente decidí llamarla, ya que tenía mucho que explicarle.

—Por fin coges el móvil, Luna. Pensaba que te había pasado algo.

—Lo siento, no he mirado mucho el móvil estos días.

—Por cierto, el otro día en casa de Sam te estuve buscando por todas partes. ¿Dónde te habías metido?

—No me encontraba muy bien y tuve que irme. Siento no haberte avisado.

UNAS ROSAS PARA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora