follow me into the clouds » jiminjeong

dance with me, life is a dream

n/a: holaaa, finalmente he vuelto con algo (no tan) nuevo!! la verdad no sé como me siento respecto a este fic,,, pero estoy limpiando mis documentos y no quiero que ocupe espacio. no hay plot! son solo vibras! contenido explícito con los siguientes tags: strap-ons, breath play y escupos como metáfora para el amor <3 +minjeong se refiere a ratos a la correa como la polla de jimin (gender..)

Un sonrojo en las mejillas de Jimin es probablemente una de sus vistas favoritas en todo el mundo, si no la mejor. Apenas por encima de Jimin en las mañanas, y Jimin extendiéndole mandarinas peladas y completamente naranjas, sin trocitos de piel blanca pegados porque sabe que a Minjeong no le gustan de esa forma.

Es un lindo adorno en la piel suave y tersa de Jimin, y un contraste con su actitud carismática y confiada la mayor parte del tiempo cada vez que logra tomarla por sorpresa. Pero si tuviera que escoger, probablemente mencionaría este momento, con Jimin luchando por contener gemidos en su garganta, el cabello esparcido por las almohadas y las manos sosteniendo sus caderas como si su vida dependiera de ello.

Tiene la boca entreabierta, sus labios rosados y redondos brillan con su labial de frambuesa, el mismo que Minjeong le regaló hace un tiempo porque no hay nada mejor que quitárselo al final del día entre besos. Hay restos del propio labial de Minjeong por todo su cuello y entre sus pechos, donde pasó quizás demasiado tiempo mordiendo pezones rosados para poder escuchar suspiros ahogados. Es perfecta bajo ella, como un lienzo marcado por su nombre en las marcas que adornan sus hombros con la forma de sus dientes, en el collar que cuelga de su cuello y se hunde en el espacio entre sus clavículas que Minjeong le compró esa vez que visitaron a sus padres en Busan -Minjeong recuerda el viaje con cariño a pesar de que nada salió según lo planeado y terminó llorando en el asiento de copiloto del auto recién comprado de Jimin, con el rímel en todas partes y definitivamente no linda de la forma en que le gustaría haberse mostrado para su entonces reciente relación- en la forma en que hunde las uñas en la piel de su cintura y le ruega con una voz totalmente diferente a la usual, ya no grave y ronca sino aguda y aireada.

Jimin dice, -Minjeong, por favor, -y es un poco como si le estuviera implorando un poco de piedad, y Minjeong se siente poderosa con el deseo de destruirla pieza por pieza. La correa de Jimin es grande y gruesa y a Minjeong siempre le toma un tiempo acostumbrarse a la sensación de tenerla dentro, sin importar lo mucho que le pida que lo haga, qué tan seguido se encuentre sobre Jimin montándola-el escozor siempre está ahí. Y son besos en su cuello y palabras de aliento en sus oídos lo que la mantienen en el momento, concentrada en el perfume de Jimin para no derramar lágrimas antes de siquiera llegar a la base. Pero una vez el escozor deja de ser incómodo y pasa a ser placentero, Minjeong es una completa amenaza, girando las caderas de esa forma que hace que el otro extremo de la correa roce a Jimin en todos los lugares correctos, y la tenga hecha papilla bajo su cuerpo.

Es un poco su culpa, concluye Minjeong, porque ella jamás habría pensado en hacer esto hasta que Jimin le confesó hace unas semanas que ella de hecho podría correrse así.

(Minjeong no puede olvidar la explosión de placer en su cuerpo al ver a Jimin arquear la espalda en la cama, todavía empujando dentro de ella en busca de más fricción y logrando que Minjeong perdiera el balance, terminando con ambos brazos envueltos en su cuello como único soporte.

Estuvo adolorida por días después de eso, sintiendo a Jimin aún dentro suyo mientras usaba la máquina corredora con Aeri al día siguiente. Minjeong casi se resbala y cae una vez se da cuenta.)

Minjeong gira sus caderas un par de veces, las mueve hacia los lados y hacia adelante y hacia atrás, y Jimin gime, desesperada, aferrándose con una mano a las sábanas y con la otra a su piel, y Minjeong sabe que quedarán marcas donde sus uñas se hunden. Los talones de Jimin siguen firmes en la cama, haciendo todo en su poder para no mover las caderas involuntariamente. Jimin luce como un sueño así.