capítulo único.

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¡ notas antes de comenzar !

advertencia: mención de sangre, sexo explícito, relaciones sexuales durante la menstruación, heterosexual.

hacer esto es más normal de lo que creen y es sano, de hecho ☝🏼 la sangre funciona muy bien como lubricación natural, lo que facilita la entrada del pene y dicen que es más placentero; además de que los orgasmos, según leí, calma los cólicos. no se espanten y disfruten de la lectura aunque es algo corta.

si la temática no es de tu agrado tenés todo el derecho de dejar la historia, no quiero malos comentarios.

si les gusta comenten, soy nueva en esto y me alentaría leer sus lindos/graciosos comentarios. (⁠☆⁠▽⁠☆⁠)

Fue una tonta y aburrida película de terror la que desencadenó una larga serie de besos entre Choso y tú; ambos encima del sillón, degustando el dulce sabor de sus bocas, entre suspiros y suaves toqueteos un tanto tímidos.

Choso sostiene sus antebrazos en tus hombros, y tú acaricias su cintura por encima de la ropa, a la vez que sus lenguas juegan entre ellas. Eso es algo que te gusta del hombre; tan dulce y tierno, nunca se avergüenza de su carácter suave cuando está a tu lado. Le gusta ser tratado con dulzura, sin masculinidad frágil. Lo amas.

—Cariño... —murmuró en un suspiro tu amante— estoy duro... —dijo, casi en un sollozo.

Volvió a besarte, por la manera en la que sus manos apretaron tu cintura pudiste notar que ahora está un poco más desesperado, dándote a entender a dónde quiere llevar las cosas.

Y es que no era la primera vez que hacían esto; incluso siendo amigos, ya habían tenido sexo más de una vez.

—Choso... —trataste de hablar, pero su boca atrapaba con fuerza tus labios—, oye... Choso... —tus manos fueron a su pecho cuando te tumbó sobre el sillón y, él estando arriba, comenzó a devorar tu cuello.

—¿Hm? —sus grandes manos sostuvieron tus piernas cuando se separó de tu piel y quedó de rodillas frente a tí— ¿Qué sucede? —se acercó a tí, plantando suaves besos en tu boca—. ¿Hice algo mal?

debido a la posición, pudiste sentir su gran bulto en tu entrepierna, lo que te hizo temblar levemente bajo su cuerpo, pues sentiste también que fue un rozamiento provocado por él— No podemos... estoy con mi período.

No entiendes porqué te dio pena admitir aquello, pues es algo normal, entre ustedes es normal. Y es que Choso es del tipo de hombre que corre a comprarte toallas femeninas, tampones y pastillas ni bien le mencionas que estás en esos días. Tal vez fue el contexto de la situación, pero sentiste todo tu rostro arder, y corriste la mirada.

Entonces lo escuchaste chasquear la lengua, creyendo que se molestó contigo por estar indispuesta o no haberlo mencionado antes; pero tu corazón se aceleró cuando besó tu mejilla, y volvió a hacer ese pequeño movimiento con su cadera, rozando nuevamente sus partes.

Como sea, sólo es sangre. —dijo, y te excitaste de sobremanera por el tono que utilizó.

Lo tomaste rápidamente de la nuca y lo besaste de una manera que jamás creíste que harías, tal vez eran las hormonas tan alocadas debido al período, o es que realmente amas a este hombre.

Casi sin despegar sus labios, ambos se despojaron de sus ropas, tan desesperados como animales en celo... bueno, prácticamente tú sí estás en celo; Choso sólo demasiado excitado y con ganas de follarte duro, también con su curiosidad y emoción al tope por tener sexo mientras menstrúas, dentro suyo cree que es un paso más a la profundidad de su relación, lo cual hace florecer su corazón de pollo.

Clavaste tus uñas en su espalda cuando sentiste su punta rozar con tu zona íntima, él apretó tu cintura y sus labios tomaron la piel de tus senos, dejando besos húmedos seguidos de futuras marcas notorias. Su excitación incrementó cuando tomó su propio pene con su mano y rozó la punta en tu vulva, sintiendo rápidamente la humedad de esta. No pasó mucho hasta que comenzó a penetrar tu vagina, se aferró a tu cuerpo y apretó tu muslo mientras se adentraba en tu interior, tan caliente por la nueva sensación de la sangre rodeando su pene.

—¡Chos-so... ngh! —lo abrazaste fuerte por los hombros cuando terminó de meterla de una sola estocada, él sólo respondió con una mordida en tu pecho izquierdo, gruñó y comenzó a embestir tu cuerpo con una fuerza que desconocías, pero que te calentó aún más, mordiendo tu propio labio inferior mientras ahogas tus gemidos.

—Dios... sí, te amo, cariño... —los movimientos frenéticos de su cadera sacuden tu cuerpo—. Se siente b-bien, muy bien... —se separó de tu cuerpo y se acomodó mejor sobre sus rodillas, tomó tu pierna derecha y la colocó sobre su propio hombro; comenzando a embestir nuevamente.

Su vista está centrada en la unión de sus cuerpos, ve su pene entrar y salir de tu vagina, nota cada detalle, te escucha gemir y siente como se retuerce tu cuerpo; ve su pene salir con más sangre que antes, tu entrepierna manchada y húmeda, siente entonces que está a nada de acabar.

—Agh... eres i-increíble... —aprieta con fuerza tu muslo, su pecho agitado sube y baja con cada respiración que da, soltando gemidos graves; él nunca oculta lo bien que lo haces sentir, y tú amas oír su voz cuando está tan excitado.

—¡Choso, sigue... ngh, más...! —las fuertes embestidas del hombre te vuelven loca, tus manos se sostienen como pueden del sofá, temiendo que caigas en algún momento, pero no dispuesta a cambiar de posición en la que Choso golpea tan bien tu punto dulce.

Él, sin dejar de follarte, lleva su mano libre a tu entrepierna; su pulgar comenzó a estimular tu clítoris mientras su gran pene sigue destrozando tu interior. Arqueas tu espalda y tus piernas tiemblan, tus paredes vaginales aprietan de repente su miembro, lo que lo hace gemir fuertemente, seguido de su liberación.

—¡Mierda... agh... ah! —pierde la fuerza de sus piernas y cae sobre tu cuerpo mientras llena tu interior de su esencia, te besa y da unas últimas embestidas un tanto erráticas.

Lo apretaste una vez más, gimiendo en su boca cuando acabaste y sentiste la calidez de su semen en tu interior. Lo abrazaste por el cuello, correspondiendo aquél dulce beso. Él acarició tu rostro y acomodó tu cabello detrás de tus orejas, mirándote con amor, plantando más besos en tus labios y mejillas.

—Te amo. —susurró, recostando su rostro en tu pecho, acariciando tu piel desnuda, aún hundido entre tus piernas.

—También te amo, Choso. —respondiste, tus piernas rodeando su cintura, y tus manos acarician suavemente los rodetes ahora deformados de su cabello.

whatever, it's just blood | chosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora