35 - Descubrimiento

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KADIR

La cara de Aylah descansaba sobre su pecho, envuelta en el fuerte abrazo. Sus sollozos sonaban ahogados, pero hacían que su corazón doliera enormemente. Se sentía lamentable al imaginar todo por lo que había pasado antes de finalmente ser liberada. A fin de cuentas solo era una niña atrapada en el cuerpo de una adulta, una pequeña asustada de ser abandonada. Alguien que había sufrido cosas que nadie debería experimentar y menos aún un niño.

Todo era su culpa, suya y de nadie más. En este momento lo único que quería era arrodillarse a sus pies y rogar por su perdón. Si después de hoy ella decidía odiarlo por no haber actuado antes, aceptaría cualquier castigo de manera obediente. Solo quería que sonriera, justo cómo lo hacía cada vez que la visitaba. No quería volver a ver su rostro con esa expresión oscura, como si la esperanza de vivir hubiese desaparecido por completo.

Un súbito gemido de dolor le indicó que algo no andaba bien con Aylah. La soltó, por miedo a haber usado demasiada fuerza en su abrazo. La imagen que vió a acontinuación hizo que se paralizara por completo. Ella tenía la cara muy roja y respiraba con dificultad, su expresión era de dolor intenso. Podía sentir una extraña aura que emanaba de su cuerpo de forma desenfrenada, un calor indescriptible, como si de repente estuvieran expuestos a una fogata donde el fuego se estaba comenzando a salir de control, amenazando con devorarlo todo. Su nariz comenzó a sangrar generosamente, mientras el miedo y la sorpresa asomaban en su rostro por la repentina situación.

Kadir se levantó de golpe, no sabía que hacer, su mente estaba en blanco pues jamás había presenciado algo así. Miró a Jens, el mago que siempre mostraba una expresión fría y serena estaba pálido. Sus ojos se movían dentro de sus órbitas como cuando estaba en plena batalla calculando fórmulas mágicas, algo que solía hacer a una velocidad de vértigo. Pero esta vez se veía desorientado, como si no supiera que hacer. En apenas unos meses lo había visto mostrar en su rostro sentimientos que jamás había exteriorizado en el tiempo que llevaban trabajando como un equipo, ni siquiera cuando lo entrenó siendo un adolescente.

Extendió su mano hacia ella. Deseaba ayudarla aunque no tuviera ni lamenor idea de como hacerlo, no podía verla sufrir.

—¡No la toques! —gritó Jens de repente apartando su mano de manera brusca— ¡Es demasiado peligroso!

Aylah se desplomó en la cama de espaldas. Su respiración no parecía calmarse mientras la desesperación crecía en el interior de Kadir ¿Qué estaba sucediendo? ¿Qué significaba todo esto? Jens se abalanzó sobre ella con rapidez, poniendo las manos sobre su pecho. Su cara se contrajo de dolor mientras un extraño olor a carne quemada comenzaba a extenderse por la habitación. Al principio Kadir no comprendía de lo que se trataba, hasta que comenzó a ver el humo ascender desde el punto donde estaba haciendo contacto con la piel de Aylah.

—¡Demonios! ¡Demonios! ¡No está funcionando! —maldecía el mago abrumado mientras su cara se torcía con una expresión de asco, como si estuviese a punto de vomitar— ¡Por favor princesa, debe calmarse!

Los ojos de Aylah se cerraron lentamente mientras su respiración comenzaba a calmarse. Jens se apartó de ella con torpeza, cayendo al suelo sentado, como si estuviera ebrio y no pudiera coordinar bien sus movimientos. Miraba sus manos atónito, estaban seriamente quemadas, en carne viva, como si acabara de tocar un metal recién sacado del fuego.

—Ese hombre tenía toda la razón, esto es grave —murmuró mientras se llevaba ambas manos a la cabeza confundido. Este hombre que estaba catalogado como un maldito insensible, incluso entre los caballeros reales ahora se agarraba la cabeza con las manos como un niño perdido, asustado— Es demasiado mana, no es posible, no hay manera de que esto sea posible —susurraba agobiado

—¿De qué estás hablando? ¿Qué es lo que acaba de suceder? —preguntó Kadir intentando mantener la calma.

—No hay tiempo para explicaciones, y esta es demasiado larga —su voz temblaba levemente al hablar— Ahora es incluso más urgente llegar a la capital, la vida de la princesa esta en riesgo —sentenció Jens con una expresión de seriedad que daba miedo, mientras comenzaba a curar las quemaduras de sus manos sin que su expresión facial volviera a ser la habitual.

Kadir tragó en seco, Jens no era el tipo de persona que decía este tipo de cosas a la ligera. Sus palabras provocaron un vacío en su estómago, recién la habían salvado y nuevos peligros asomaban en el horizonte. Miró hacia la cama donde ahora ella estaba acostada, descansando plácidamente. Costaba creer que apenas unos momentos antes estuviera retorciéndose de dolor. No había tiempo que perder, tenían que moverse ahora. Salió y se encontró a Sir Baldassare esperando fuera de la habitación.

—Ya compramos un carruaje para la princesa, en su condición no puede viajar a caballo y menos con este clima —dijo sir Baldassare de manera lógica

—Ya los guardias del conde deben estar tras nosotros, la tormenta nos dio algo de ventaja, pero pronto nos darán alcance.

—¿Entonces? ¿Tienes alguna idea?

Kadir asintió. Tenía una idea,era una estrategia que solo habían usado una vez, pero había sido un éxitototal. Tenían que improvisar, Aylah era una preciosa y delicada carga, así quela velocidad no era una opción en este caso. Debía usar la cabeza, en caso deque no funcionara estaba más que listo para eliminar a quien se pusiera en sucamino. Usaría su habilidad de ser necesario, era la última opción en caso deque fueran acorralados. La llevaría al palacio real por encima de quien tuvieraque hacerlo, destruiría por completo la propiedad si era necesario. En estemomento no había nada más importante que protegerla, que llevarla a salvo a sudestino.





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