Cap 34

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Aquellos ojos fríos la miraban atentamente, cuantas veces solo con verlos hasta que el tiempo decidio ayudarla a olvidar, aunque ahora la vida le daba este golpe. Con lentitud estiró sus manos pálidas hacia ellos, titubeó varias veces al terror que fueran un sueño y pánico porque fueran reales. Su padre término de acortar la distancia, sus manos eran más grandes e increíblemente ásperas. Trato de guardar cada característica de él, su madre también se acercó. No hubo un abrazó o un te extraño.

-Meridia te crió- escucho la voz de su madre y su tacto tocar su mejilla -Es hora de volver donde pertences- estiró su mano esperando a su hija.

Con lágrimas se vio de tres años llorando esperando en la ventana ver algún indicio, en la puerta esperando alguna carta o algo. Ahí estaban esperandola. Intento dar algunos pasos pero su razón la detuvo.

-No creo que sea lo correcto- limpio con torpeza su rastro de lágrimas -El director Dumbledore no aceptará que yo... -

Su madre levanto la otra mano en un gesto para que guardara silencio. Vio a su marido.

-Ven con nosotros, estarás de regreso, solo queremos que te sientas donde pertences-

"Donde perteneces"

Estaba nerviosa, volteo a ver el castillo esperando secretamente que saliera alguien y la detuvieran de esa absurda decisión que comenzaba a formular su mente. Al no haber nadie lo tomó como señal, se paró con firmeza esperando que la guiarán.

Ambos adultos comenzaron a caminar un poco más adentro, al estar seguros que nadie los verían tomaron de los hombros a su hija. La sensación de que todo daba vueltas comenzo, al casi caer disimulo muy bien sus náuseas. Estaban en unos arbustos que daban la bienvenida a un gran patio con fuentes y estatuas. Estaba arrepintiendose de estar ahí, quería regresar con su tía o estar en el dormitorio de Slytherine.

Arzhel se adelantó hasta la pesada puerta de la mansión, adentro todo estaba oscuro, al dar algunos pasos las lámparas comenzaron a encenderse. Quedó asombrada de como algunos cuadros que pintó eran recuerdo de su hogar, algo la hizo ver hacia abajo y descubrió con vergüenza como su uniforme de Quidditch no quedaba con el lugar.

-Eras muy pequeña- susurro su madre viendola de arriba a abajo, sus mejillas comenzaron a volverse rojas. Un pop la hizo saltar brevemente, una criatura de ojos saltones y verdes le devolvían la mirada, llevaba un sucio saco como vestimenta.

-¡Amita!- no supo como reaccionar a la alegría de esa criatura -Nissa pensó que moriría antes de ver a la amita Rellish- sus ojitos comenzaron a llenarse de lágrimas que limpio bruscamente con su manos llenas de cortes -¡La amita no recuerda a Nissa, más ella si, siempre esperaba bajo la lluvia algún indicio-

Estaba asombrada, recordó de todo menos a este ser.

-¡Nissa calmate ya!- dijo la voz fuerte de Adhara -Lleva a Eris a su habitación, dale ropa decente- señalo una puerta que conducía al comedor -Estaremos esperándola para cenar- al escuchar eso observo por una ventana la oscuridad de afuera.

La elfina con mucha emoción se acercó a la chica, quería tomar su mano pero sería faltar al estatus de los sangre limpias. Tomó el pantalón del uniforme jalando con delicadeza, atravesaron muchos pasillos hasta llegar a la escalera que conducía al segundo piso. Eris notaba la emoción retenida de la elfina, vio su titubeo de querer tocarla.

Al llegar a su destino la elfina chasqueo sus dedos para encender las lámparas, pondría muy bonita a su amita.
-Espera- detuvo su intuición de caminar hasta el armarios. Vio a la peliblanca observarla, siempre vio ternura en esos ojos grises.

-Tiene razón amita, Nissa primero debe prepararle un baño- sus orejas grandes bajaron por haber olvidado ese detalle. Se tomó su ropaje sucio, estaba muy emocionada de tenerla ahí mismo. Se encaminó para realizar la tarea.

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