𝐒𝐇 || Era 1950 en Corea del Norte cuando Sun-hee fue llevada a un campo de concentración. Allí conoce el amor enamorándose del enemigo, un soldado surcoreano.
Decidí desearte, decidí mirarte, decidí amarte aún cuando sabía cuál sería nuestro final...
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Mucho antes de la primera nevada que marcó nuestra destino. Un destino sellado con los más bellos recuerdos de dos personas que se aman en su plenitud; amándose y dejándose a su suerte, esperando que la misma estuviera jugando de su lado y que no fuera egoísta con ellos.
Y es que, no planeo hacer una introducción detallada de aquel prohibido amorío que desde un principio no pudo ser. Sería egoísta de mi parte pensar con libertad en mi alegría en estos momentos sin tener remordimientos; sin pensar que esta debería ser tu vida y no la mía. Pero así estamos, tratando de sobrevivir con aquello que tu recuerdo nos marcó; con aquello que siempre quisiste. Porque eso era lo que querías, ¿verdad?
No, no puedes juzgarme ni condenarme porque eso fue lo que pude ver en tus ojos aquella noche, los mismos cuyo recuerdo no me han dejado estar en tranquilidad durante estos años. Y por debajo de la capa de dolor que se muestra en mi alma, cuando el raciocinio dejó de funcionar y los sentimientos salieron a flote; cuando la amnesia dejó su efecto y comenzó a lastimar, solo en ese entonces me permití leer tu carta, aquella que sigue con tres gotas de sangre sobre el fino papel.
Fue realmente misterioso porque pude sentir tu dolor a través de aquella hoja desgastada. El terror desplazado como tinta que se consumía con tu sentir, quemaba y ardía lento por cada palabra escrita con prosa tortuosa.
Y debo admitirlo, no me creo en capacidad para hacerlo pero, tomó tu última palabra y tu deseo final.
Esta es mi respuesta:
Lo haré para no darnos ese final. Viviré la historia por ti.
P.D. Tu mejor amigo, Riki.
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Úsame otra vez ━━━━━━━━━
Era irónico pensar en las sensaciones que nuestro cuerpo podía emitir cuando éramos felices. Los sentimientos que queríamos guardar en algún rincón de nuestro corazón cuando estábamos con la persona que tanto queríamos. Era como si el destino nos estuviera advirtiendo que de alguna forma debíamos guardar ese momento porque después lo íbamos a necesitar.
