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-Así, Minho, se siente tan bien.- balbuceó, arqueando la espalda en dirección al mayor. -No pares, por favor...

Pronto el omega se convirtió en un desastre; ninguna palabra coherente salía de sus labios, capaces únicamente de emitir pequeños gemidos mientras sus manos se aferraban fuertemente a los hombros de su líder.

Ocultó el rostro en el hombro ajeno, sintiendo su respiración pesando a la vez que su cadera se movía con torpeza sobre la erección del mayor. Una de las manos del alfa subió hasta la cabellera de Jisung, entrelazando los dedos allí para mimarlo con calma, pero también para impedirle alejarse demasiado ante la satisfacción de sus movimientos.

Sin esperar mucho más, Minho le quitó la camiseta al menor, repitiendo la acción con la propia y uniendo sus pechos al atraer al omega a un beso hambriento. Se devoraron entre sí, siendo bruscos en la unión y evitando a toda costa separarse.

Jisung sentía sus prendas inferiores molestando, tanto por su dolorosa erección como por la lubricación natural en su entrada, que además de traspasar sus prendas comenzaba a humedecer al mayor. Minho rápidamente se separó de él, despojando a ambas anatomías de la poca ropa restante que acabó tirada en alguna parte de la sala, justo antes de regresar a la posición inicial, con el más joven sobre su regazo.

Jisung se sentía pequeño ante la mirada hambrienta de su líder en celo, pero aquello no le impidió tomar su miembro con una mano, relamiéndose los labios al masturbarlo en un vaiven pausado. También se dedicó a observarlo, recorriendo su mirada el pecho ajeno, la extensa cicatriz en su abdomen y posteriormente regresando a su rostro. Una sonrisa le fue otorgada al omega, que enrojeció velozmente por la verguenza.

Alfa de la manada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora