Edward Mordrake

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Edward nació a finales del siglo XIX, en esta época las cosas no son como hoy día, la gente no comprendía tanto como ahora, y las deformidades no eran tratadas como lo son en esta época.

Su familia era muy adinerada, se dice que, de toda Inglaterra, era la más rica del país, su padre estaba muy ilusionado con su nacimiento, quería un hijo varón el cual pudiera continuar con las tradiciones familiares, pero lamentablemente Edward debía haber nacido junto con su hermano mellizo, resulta que nació siamés pegado a él en la parte posterior de la cabeza, lo que debía ser la nuca, ahora era una pequeña cara de niño.

La gente lo miraba generalmente con horror, ignorantes como era la mayoría de la gente en dicha época, sus padres y hermanas lo querían, era un buen chico, sabia 3 idiomas, era un ávido lector, recibía las clases en su casa porque no podía ir a una escuela, era un gran músico.

La familia pensaba que lo que Edward tenia detrás en su nuca, solo era la malformación de su hermano no nato, pero cuando Edward se reía, el rostro trasero se reía, cuando él estaba triste el rostro también. Cuando Edward tenía una emoción muy fuerte la carita reaccionaba.

Por todo esto y mucho más, Edward no era feliz, odiaba dicha cara y quería que se la arrancaran, pero lamentablemente esto sucedió en el siglo XIX, las cirugías no eran lo que son ahora, ningún médico se animaría a tocar o llevar semejante carnicería, porque sabían el resultado de dicha operación. Su padre también lo prohibió, no dejaría que su hijo corriera riesgo de fallecer por algo así.

Lo que nadie sabía, era que Edward era muy infeliz no solo por tener ese rostro, sino que él decía que el rostro le susurraba en sueños, cosas horribles, espantosas, cosas inimaginables.
Todo se pudo confirmar el día que encontraron el cuerpo de Edward sin vida.

Se suicidó ingiriendo una gran cantidad de veneno, se había muerto dejando una carta famosa que decía:

“Papá lo siento, mamá lo siento, ustedes no tienen idea las cosas horribles que me dice cuando nadie se encuentra cerca, me habla por la noche y en sueños, necesito callarlo.”
En su carta también pide como último deseo, que cercenaran el rostro y se lo quitaran. Para poder descansar en paz, también pidió que lo enterraran en un lugar sin una cruz ni nada, para que este rostro no pudiera encontrarlo.

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