16. Hasta luego, principito

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Terminé de ponerme la chaqueta blanca del equipo. Todo el mundo hablaba e intentaba animar el ambiente mientras se movían por todo el vestuario. Luis ya nos había dado la charla previa antes del partido. Era un gran entrenador y se notaba que confiaba en nosotros. Ferran se levantó de mi lado para salir del vestuario junto a Eric. Pablo y yo nos quedamos de los últimos.

—¿Estas? –le pregunté. Estaba sentado en el banco esperándome.

—Sí. –me respondió levantándose también.

Empezó a caminar hacía el túnel pero me fijé en que llevaba los cordones desatados, como siempre.

—¡Eh, tú! –lo llamé. Pablo se dio la vuelta. —Ven aquí.

Caminó hacia mí y cuando estuvo a mi altura me agaché agarrándole la bota. Pablo me miró confuso y se tambaleó un poco porque perdió el equilibrio. Se agarró a mi hombro para no caerse.

—¿Qué haces? –preguntó moviendo el pie intentando deshacerse de mi agarre. Se lo cogí de nuevo más fuerte.

—Estate quieto. –le pedí empezando a anudarle los cordones. Pablo finalmente se dejó.

Cuando terminé con la otra bota me reincorporé poniéndome delante suya. Pablo me miraba escondiendo una sonrisa en un tierno puchero. Mis ganas de agarrarle de la cara y besarlo aumentaban por segundos.

—No quiero que mi novio se rompa los dientes por culpa de un tropezón tonto. –le expliqué, lo que hizo que sonriese más.

Dejó una suave y rápida caricia en mi mano. —Gracias.

Nos quedamos los dos quietos mirándonos. Estaba guapísimo. Su belleza, como siempre, me distraía. Mis ojos se posaron en sus finos labios y tuve que tragar saliva para contenerme y no estamparlo contra una taquilla para besarlo ahí mismo. Era como si me llamasen.

A pesar de que estábamos solos en el vestuario, sabíamos que era mala idea. La gente del staff y de la organización seguía pasando por la puerta abierta y era fácil que pudiese entrar alguien en cualquier momento.
Habíamos hablado y quedamos en que a partir de ahora tendríamos cuidado con besarnos fuera de nuestras habitaciones. Era una mierda, pero teníamos que cubrirnos las espaldas y estábamos dispuestos a hacerlo con tal de seguir juntos.

Nos estaba funcionando bien, aunque tampoco había sido muy complicado. Era notorio que ahora pasábamos mucho mas tiempo juntos, ya que no nos separábamos a penas, pero aún así conseguíamos pasar tiempo con el equipo fuera de los entrenamientos. Por la noche, Pablo se escabullía a mi habitación y dormíamos juntos.

—Tenemos...tenemos que salir. –le dije aún sin dejar de mirarlo. No se de donde estaba sacando las fuerzas para no besarlo porque estaba guapísimo. El blanco resaltaba todas sus facciones.

—Ya. –respondió con una sonrisa.

Pablo se percató de que le estaba mirando los labios y pasó su lengua por esta de forma muy provocativa y me sonrió travieso.

—Menudo cabrón. –le dije riéndome.

Me empecé a acercar lentamente a a él y agarré su cintura con mi mano para atraerlo a mi. Pablo se dejó, mordiéndose el labio. Mi rostro empezó a acercarse hasta que mi boca quedo a centímetros de la suya, estábamos tan cerca que podía notar su respiración. Vi como Pablo entreabría la boca y cerraba los ojos esperando un contacto, pero me eché para atrás y empecé a caminar hacia la puerta.

—Vamos. –le dije girándome hacia él y aguantándome la risa al ver la cara que se le había quedado.

Pablo caminó hacia mi rápidamente. —Hijo de puta.

A Sky Full of Stars ; Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora