Preludio

71 4 0
                                    



—El señor Donald pidió que organizar a la niña para llevarla a un evento esta noche.

—Oh, no estaba enterada de ningún evento, pero ya termina de hacer sus tareas y nos organizamos.

Vaya, no deja de impresionarme, Clara es una niña muy pequeña y tiene una vida social bastante activa. Me pregunto, ¿Qué evento será para que pueda llevar a una niña?

Volví al salón de música y observé lo que quedaba de su clase, es sorprendente que tengan tantas habilidades para su corta edad.

—Muy bien, hacemos el último ensayo y terminamos, ¿de acuerdo, preciosa?

La tutora sigue con su clase, al paso de unos minutos finalizan y la felicita por su buen desempeño.

Me acerqué a ellas y tomé a la niña de la mano.

—Despídete de la señorita Azucena.

Clarita levanta su mano y le dice un hasta pronto.

—¿A dónde vamos? —pregunta sin soltar mi mano.

—Iremos a tu habitación, no tendremos nuestra noche de chicas como te lo había prometido porque iremos a una fiesta —dije como emoción para que ella se animara.

—No quiero ir, prefiero ver la película que me dijiste.

—Cariño, podemos hacerlo mañana, prometo que será más divertido. Pediré que hagan palomitas y compren dulces, será un secreto.

—¿Dulces en la noche? —cuestiona con cara de felicidad.

—Sí, así como lo escuchas, pediré que compren muchos dulces. Pero será mañana, esta noche iremos al evento que ha dicho tu padre.

Ella asiente, de a poco empiezo a conocerla, por lo menos ya puedo persuadirla para que haga algunas cosas.

—¿Ese será mi vestido?

—Sí, este es el vestido que enviaron para ti, ¿te gusta?

—Sí, es lindo.

Una de las señoras que trabaja en casa, siempre está allí por si necesito ayuda; pero no es nada del otro mundo, hasta me resulta agradable vestirla y peinar su bonito cabello, colocarle enormes lazos y sus pequeños accesorios llenos de piedras preciosas.

—Eres una niña muy hermosa, ¿lo sabias?

La he detallado muchas veces y solo encuentro que tiene algunas facciones de su padre, pero sus ojos y su cabello, son de un color diferente; imagino que son como los de su madre. Me pregunto ¿Quién es la madre de Clara? ¿Por qué en la casa no hay nada de ella? Cada que tengo oportunidad de recorrer los pasillos y la mansión, no veo nada de ella.

—Señorita Wellington, si desea puedo quedarme con Clarita para que pueda organizarse con tranquilidad. El señor Donald también envió su vestido, está en su habitación.

—Oh ¿para mí?

—Así como escucha.

Me sorprendí por eso, pensé que iría con algunos de mis atuendos, de los que uso para trabajar en casa.

Entré a mi habitación y sobre mi cama estaba un hermoso vestido de color verde oliva, hace mucho no veía un vestido de gala, ni iba a eventos sociales.

Entré a mi ducha y recogí mi cabello para no mojarlo, amo cada elemento que hay para el cuidado de la piel y el rico aroma que dejan.

Estaba emocionada, un vestido me hizo cambiar los ánimos, el hecho de tener que usarlo me da mucha felicidad.

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora