Capítulo 320

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Los días pasan a mayor velocidad de lo que me gustaría, y sin darme cuanta, me encuentro entre los brazos de mi mejor amigo lagrimeando al despedirme de él. Mañana vuelo con Sebas a Miami.

- Te estoy poniendo perdido.

Reparo en su camiseta blanca manchada con mi maquillaje.

- Lo siento.

M: Perdido...

Niega...

M: Tú siempre tan exagerada...

Con un gesto le resta importancia y me agarra por los hombros, mirándome profundamente, lo que hace que mis ojos se inunden todavía más.

M: Joder, Lumi, pero si en dos semanas tienes concierto y vas a estar por aquí dando la lata.

Me chincha para consolarme, y un poco lo consigue.

- Ya sé.

Me río bajito, sorbiendo la nariz.

M: ¿No estás contenta de irte con Sebastián?

Pregunta sin miramientos.

M: Malula, ¿te está forzando a irte con él?

Inquiere preocupado por mi silencio.

- ¡No!

Sentencio rotunda. Sebastián siempre me ha tratado bien.

- Fue una decisión mía.

Me mira expectante, invitándome a hablar. Melen y yo nos entendemos sin palabras.

- ¿Puedo confesarte algo?

M: Ofende la pregunta.

- Hace tres semanas tuve un sueño.

M: Mmmm, ¿vas a confesarme tus fantasías sexuales?

Ríe. Que tonto es.

- Eres gilipollas.

Finjo ofenderme.

M: Bueno, Lumi, me hablas de un sueño y me dices que es una confesión, es que me lo pones a huevo, tía.

- Jope, tronco, no puedo hablar en serio contigo.

Le recrimino riéndome con él. Yo también mal pensaría si fuese al revés.

M: Venga, cuéntame ese sueño tan...

- Tú y yo nos la pasábamos follando.

Admito con guasa cortando sus insinuaciones y dándole lo que quiere.

M: Eso no es un sueño, amor, esos éramos nosotros hasta que llegó tu modelito guapo y te enamoraste de él.

Suelto una sonora carcajada por la forma que tiene de llamar a Sebastián. Sí es que es realmente guapo, se mire por donde se mire.

M: Y encima tienes el morro de reírte.

- Es que es verdad.

Me encojo de hombros divertida. Hace años que no nos metemos en la cama, pero si que lo hicimos por un tiempo.

M: Bueno, además de soñar que echas de menos verme desnudo y que te haga gritar, cuéntame que más.

Me vacila a su antojo, consiguiendo que se me suban los colores y provocando que él se ría aún más.

- Sebastián me hacía mucho daño.

Le cuento suspirando.

- Y yo estaba perdidamente enamorada de Mateo.

Piensa silencioso por unos segundos.

M: No te lo tomes a mal.

Se disculpa.

M: Pero no tengo registro de aquel chaval.

- Ni yo.

Confieso tímida y sus ojos solo desprenden confusión.

- No sé quién es. Jamás le he visto en mi vida, pero estaba hasta las trancas y más, y desde entonces, por más que intente, no puedo ver a Sebastián con los mismos ojos que antes...

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora