Los días pasan a mayor velocidad de lo que me gustaría, y sin darme cuanta, me encuentro entre los brazos de mi mejor amigo lagrimeando al despedirme de él. Mañana vuelo con Sebas a Miami.
- Te estoy poniendo perdido.
Reparo en su camiseta blanca manchada con mi maquillaje.
- Lo siento.
M: Perdido...
Niega...
M: Tú siempre tan exagerada...
Con un gesto le resta importancia y me agarra por los hombros, mirándome profundamente, lo que hace que mis ojos se inunden todavía más.
M: Joder, Lumi, pero si en dos semanas tienes concierto y vas a estar por aquí dando la lata.
Me chincha para consolarme, y un poco lo consigue.
- Ya sé.
Me río bajito, sorbiendo la nariz.
M: ¿No estás contenta de irte con Sebastián?
Pregunta sin miramientos.
M: Malula, ¿te está forzando a irte con él?
Inquiere preocupado por mi silencio.
- ¡No!
Sentencio rotunda. Sebastián siempre me ha tratado bien.
- Fue una decisión mía.
Me mira expectante, invitándome a hablar. Melen y yo nos entendemos sin palabras.
- ¿Puedo confesarte algo?
M: Ofende la pregunta.
- Hace tres semanas tuve un sueño.
M: Mmmm, ¿vas a confesarme tus fantasías sexuales?
Ríe. Que tonto es.
- Eres gilipollas.
Finjo ofenderme.
M: Bueno, Lumi, me hablas de un sueño y me dices que es una confesión, es que me lo pones a huevo, tía.
- Jope, tronco, no puedo hablar en serio contigo.
Le recrimino riéndome con él. Yo también mal pensaría si fuese al revés.
M: Venga, cuéntame ese sueño tan...
- Tú y yo nos la pasábamos follando.
Admito con guasa cortando sus insinuaciones y dándole lo que quiere.
M: Eso no es un sueño, amor, esos éramos nosotros hasta que llegó tu modelito guapo y te enamoraste de él.
Suelto una sonora carcajada por la forma que tiene de llamar a Sebastián. Sí es que es realmente guapo, se mire por donde se mire.
M: Y encima tienes el morro de reírte.
- Es que es verdad.
Me encojo de hombros divertida. Hace años que no nos metemos en la cama, pero si que lo hicimos por un tiempo.
M: Bueno, además de soñar que echas de menos verme desnudo y que te haga gritar, cuéntame que más.
Me vacila a su antojo, consiguiendo que se me suban los colores y provocando que él se ría aún más.
- Sebastián me hacía mucho daño.
Le cuento suspirando.
- Y yo estaba perdidamente enamorada de Mateo.
Piensa silencioso por unos segundos.
M: No te lo tomes a mal.
Se disculpa.
M: Pero no tengo registro de aquel chaval.
- Ni yo.
Confieso tímida y sus ojos solo desprenden confusión.
- No sé quién es. Jamás le he visto en mi vida, pero estaba hasta las trancas y más, y desde entonces, por más que intente, no puedo ver a Sebastián con los mismos ojos que antes...
ESTÁS LEYENDO
Todos los secretos (Segunda parte)
Roman d'amourUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar