|| Mi alma gemela ||

capítulo 18.

Me sentía destruido, traicionado, quebrado,  todo mi ser no existía.

Sólo quería desaparecer de este mundo, en este mismo momento.

No quiero despertar nuevamente, por que los nuevos días serán sólo tristezas y oscuridad para mi.

No importa que tan brillante esté el sol, para mi siempre será oscuro.

No quiero vivir así.

No puedo seguir con esto.

Me dirigí a mi baño, y cerré la puerta nuevamente, sin darme cuenta que estaba un  poco abierta.

Me miré al espejo.

En ese momento.

Comencé a ver a Bill detrás de mí abrazándome por la espalda y apoyando su cabeza en mi hombro.

— Bill — dije mientras volteaba, pero no había nadie detrás de mí.

Busqué por todas partes, pero no había nadie.

Volví a mirarme en el espejo. Y volvió a pasarme lo mismo.

Miré hacia atrás, pero no había nadie.

Bajé la cabeza, y puse mi vista en el espejo.

De repente, Bill se apareció a mi lado izquierdo, luego a mi lado derecho,  detrás de mí, por todas partes.

—>>  Tom ... Tom ... Tom ... Tomi, Tomi >> — decían a la vez.

Me estaba volviendo loco.

Quería irme en este mismo momento.

Pero estaba atrapado en mis pensamientos, además, una parte de mí no quería separarse de Bill.

Una parte me decía que volviera y que lo amara por siempre, hay una oportunidad más.

Pero otra parte no quería verlo, lo odiaba, simplemente era triste y llena de traiciones.

No sabía que camino elegir.

Me saqué la camisa, dejando ver mi cuerpo.

En ese momento.

Bill volvió a aparecerse detrás de mí  y comenzaba a acariciar suavemente mi cuerpo.

Tome sus manos y las acaricié mientras mientras le seguía el juego.

Por un momento lo sentía, parecía que estaba ahí, junto a mí.

Pero recordé lo que me había hecho y lo empujé.

En ese momento, desapareció.

— ¡ Ya váyanse de aquí, entiende que no te quiero más en mi vida ! — grité. En ese momento, todo lo que veía, desapareció de mi vista.

— ¡ Bill, Bill, ¿ Por qué me haces esto ? Oh, Bill, no quiero más ! — volví a gritar mientras me dejaba caer en el suelo y me sostenía las rastas fuertemente, casi por arrancarlas.

Me paré y fije mi vista en el espejo. — Sí es la única forma en la que podré vivir bien,  que así sea — dije mientras sacaba un cuchillo de mi bolsillo.

Una lágrima corrío por mis ojos y comencé a sudar y a temblar.

¿ En verdad haría esto ? Lo coloqué frente a mi vientre.

Cerré los ojos, pero me detuve.

Pasé mi lengua por mis labios y volví a mirarme por el espejo.

En ese momento, me vi reflejado con chocolate en todo mi cuerpo, y en mi vientre, estaba escrita la palabra: Mejores Amigos Por Siempre.