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Doied responde de forma positiva a las muestras de afecto también, demuestra que ser tratado como a un niño le gusto, no ha tenido miedo de mí.

Se ha levantado a mitad de la noche para que los demás Alters no le prohíban el acceso al cuerpo, aunque sabe que es indebido e iba a castigarse, lastimándose con cortes.

Spreen suspiró de forma temblorosa, habían pasado varias horas de aquel encuentro con Doied, pero no podía sacárselo de la cabeza, no dejaba de pensar una y otra vez que quizás de no ser por él, y el que haya ido a buscarlo, ahora Roier andaría escondiendo sus muñecas con cortes.

Y la idea de Roier lastimado no le gustaba ni un poco, las náuseas invadían su estómago y le daban ganas de llorar.

Doied es quién recuerda los mayores traumas, y quién los vivó en el pasado, supongo que por su actitud recibía castigos por cualquier cosa que hiciera, de allí su miedo a todo y el pensamiento de que merece un castigo, como nadie va a hacerlo lo hace él mismo en conductas autodestructivas.

Es un perseguidor, pero tengo esperanzas de que pueda superar sus recuerdos, ha conectado conmigo y demuestra que es capaz de hacer más que solo pensar en lo malo.

No sale mucho, pero trataré de ayudarlo cada vez que lo vea.

Cerró el cuaderno y volvió a guardarlo en su lugar secreto.

Roier aún estaba en clases, le quedaba alrededor de una hora, él estaba libre porque su profesor estaba enfermo, decidió consentir un poco al chico y fue directo hasta la pastelería para comprar los cupcakes de chocolate que tanto le gustaban.

Al regresar preparó su café y dejo agua caliente para cuando Roier regresara, al rato, el menor entró en silencio y con la mirada baja.

—Ro, te traje tus cupcakes favoritos. — Anunció Spreen, mirando su celular.

—Gracias. — Murmuró él ojimiel, luego de un momento de silencio.

El mayor alzó la vista hacia él, de inmediato se preocupó al ver su rostro, levantándose de a silla y yendo hacia él.

—No es nada. — Dijo, aunque Spreen no podía ignorar su ojo morado y su labio hinchado de un lado, por un golpe.

—¿Cómo que no es nada? ¿Vos te estás mirando?¿Quién fue? Decime.

—No es nada, no importa. — Repitió, parpadeó rápido para apartar sus lágrimas.

—Roier...

—Spreen, ya déjame — El ojimiel se apartó, huyendo del abrazo que el mayor intentó darle—. No es nada importante, en serio, Roger es un pendejo que se cree que es la mera verga peleando conta todo imbécil que diga algo malo de mí — Se encogió de hombros, pero no sonó nada convincente—. Eso es todo.

Spreen lo miró sin decir nada, pero sintiéndose mal, Roier borró sus lágrimas y tomó un cupcake, y se volteó al rincón de la cocina para prepararse un té, dándole la espalda a su compañero de cuarto.

El azabache no podía dejar todo así e ignorarlo, y luego de pensarlo un momento, fue hacia él y lo abrazó por la espalda, rodeando su fina cintura con sus brazos.

—Spreen, en serio te voy a pedir que te alejes porque no quiero tu lástima. — Dijo el ojimiel, con su voz endurecida para evitar el llanto.

—Ro, deja de hacerte el difícil.

—Tú deja de sentirte mal por mí, estoy bien.

—¿Quién te dijo que me siento mal por vos? — Cuestionó el mayor—. El que no me gusta que estés herido no significa que sienta pena.

THE ALTERS | SpiderbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora