Severus aún seguía molesto por todo el escándalo que había hecho Rellish, estaba harto de que siempre quisiera llamar la atención de todos. Trataba de tranquilizarse en un salón que por el olor y las cosas que habían ahí estaba abandonado desde hace mucho tiempo. En su mano derecha sostenía una carta de su madre, mencionaba que se encontraba enferma desde hace unos días.
Sintió miedo, su madre a pesar que ya no tenía porque vivir con su padre este último trataba de impedirle tener una vida, el muy imbécil sabia los días en que Meridia no iba a visitar a su amiga, arrugó bruscamente el papel. Esas dos constantes hacían de su vida una miseria y más una tercera.
"Lily"
Saco violentamente su varita apuntando hacia un maniquí, hace mucho practicaba un hechizo de su invención. Sonrió al ver los resultados adecuados, los rasguños en el material del objeto de práctica eran profundos. Escondió aquella carta en su pantalón para tomar su libro de pociones y escribir algunas anotaciones.
Escucho como afuera comenzaban a escucharse los pasos de los estudiantes, con cuidado salió para comenzar a caminar a la dirección del comedor. Como siempre el lugar estaba lleno, se sentó en su lugar habitual, espero hasta que los miembros del profesorado llegaran para que apareciera la comida. Levanto la cabeza al escuchar las quejas de varios miembros de sus casas que miraban con horror como los puntos de su casa caían.
Siendo Gryffindor el primer lugar, dejó caer el tenedor al ver cómo aquel grupo de idiotas festejaban. No supo pero comenzo a buscar a la peliblanca que no se encontraba por ningún lado.
-¡Maldita sea Eris, hasta cuando debo soportar tu estupidez!-
En la mesa del profesorado Minerva miraba atentamente la mesa de las serpientes, tocó discretamente el brazo del director para llamar su atención, disimulo tomando su copa.-Creo que era mejor la expulsión director- El hombre mayor la miro con curiosidad. -Se la comerán viva- susurro.
En otro lado del castillo una cansada y muy sucia Rellish trataba de seguirle el paso a un tranquilo Hagrid junto a su cachorro Fang, que caminaba atrás de ellos. Esa mañana que despertó su gentil jefe de casa le dio la maravillosa noticia de su premio por la actuación de ayer.
Un boleto para ir con Hagrid para realizar sus deberes de guardián. El pobre no podía descansar.
-Solo llevaremos estos baldes un poco más allá- señalo.
Eris se mantenía en silencio, aun sabia que al pasar por las puertas del castillo la atacarían por la pérdida de puntos. Su mano ya roja por el peso comenzaba a doler. Se detuvo al escuchar unas ramas romperse, no tuvo miedo, curiosidad si.
-Aquí Eris, dame el balde- vio a Hagrid tirar el contenido rojo hacia el suelo -Ahí vienen-
Estuvo atenta pero nada apareció o eso le pareció. Fang comenzaba a mover su nariz.
-Hagrid se han tardado mucho-
El semigigante la miro con cara de no entender, hasta que se dio cuenta de algo.
-Perdoname Eris, dame tu mano- la chica lo vio con desconfianza -Tranquila, solo confia- con titubeo le dio la mano, los dedos del guardián más grandes y grueso que los de ellas sostuvieron su mano con la paloma hacia enfrente, casi grita al sentir algo húmedo y como si fuera una respiración -Eso es una criatura tan hermosa, se llaman Thestrals-
-¿Son invisibles?- aun mantenía la mano extendida, sonrió por las cosquillas.
-No, algo que me encanta de ellos, sin embargo, puede ser muy triste a la vez es que sólo pueden verlos aquellos que han visto la muerte-
La chica volteo a verlo con preocupación, se acercó hasta él.
-¿Hagrid acaso tú?-
-Así es mi vida Eris- bajo la cabeza avergonzada, con lentitud lo abrazo. Fang ladró para llamar la atención de ambos que sonriendo lo acariciaron. Al caer la noche y con el estómago lleno por algunos bocadillos de sus descansos era hora de regresar. Hagrid como buen caballero la llevo hasta las puertas, las lámparas estaban encendidas ya, sintió sus manos temblar.
Se despidió una vez más de su amigo, camino en silencio por los pasillos, algunos retratos la saludaban. No se topó con otros estudiantes, preparada para caminar a otro lado que no fuera el dormitorio dobló la esquina.
Fue un terrible error.
Un poltergeist travieso le había tendido una trampa, Eris no tuvo tiempo de escapar, su pie había activado las cuerdas que ahora la tenían atada, estaba asustada de estar colgada de las piernas, sintió la sangre subir a su cabeza.
-Pero miren lo que atrape, una serpiente albina- Peeves la rodeaba con burla, su varita estaba en el suelo ahora -¡Vengan todos, atrape una serpiente albina! - comenzó a gritar. -¡No hay fiesta sin piñata!- gritaba atravesando una pared para buscar a su publicó
Intento liberarse pero la gravedad no era su aliada, no alcanzaba su varita. Escucho pasos y deseo que fuera algún maestro, maldijo al ver quién realmente era.
-¡Severus ayudame por favor! - con vergüenza trato de alcanzarlo estirando sus brazos -Peeves podría matar a algún estudiante- le susurro.
El pelinegro la miraba en esa posición sin acercarse, no esperaba encontrar esa maravilla. La chica intento balancearse para tomar sus hombros pero Snape se alejó más.
-Rellish no me dijiste tu que me alejara de ti- vio el miedo en la chica, comenzó a rodearla -Sabes que te harán al verte así tan vulnerable por ser la causante de hacer que Slytherin perdiera tantos puntos -Tomo la tela de su camisa para hacerla girar-
-¡Severus por favor!- comenzaba a retener las lágrimas.
-Pídeme perdón- le susurro deteniendola con mabos brazos, su rostro estaba un poco abajo de su pecho.
La chica aun a pesar de su actual situación no se dejaría humillar así.
-¡Eres un murciélago idiota!- le grito.
Severus ahora molesto se acercó bajando hasta quedar cara a cara, vio el rostro rojo de la chica por la posición.
-¿Aun así me besaste no?- le susurro para hacerla girar una vez más y comenzar a alejarse.
La chica comenzo a escuchar varios pasos, con las lágrimas bajando por sus mejillas dejó caer sus brazos. Varios estudiantes la miraban con diversión. Intento acultarse buscando algún rincón en su mente pero los insultos de sus compañeros de casa no tardaron en llegar.
Escucho un ruido y luego el frío suelo. Con dolor se levantó, ahí estaba el hermano menor de Sirius que había lanzado un hechizo rompiendo las cuerdas.Adolorida se sostuvo la cabeza, escucho los tacones de las profesoras y la voz molesta de Dumbledore regañar al poltergeist. Ya era suficiente para ella, empujando algunos salió sin dirección alguna.
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¡Algo mas sencillo que la vida!
RandomLo que mas la lastimo no fue el rechazo, las traiciones, ni siquiera el dolor. Fueron sus propias acciones, juro nunca ser un monstruo pero hasta el ser vivo mas vulnerable sabe cuando debe mostrar su garras para sobrevivir.