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Xiaotong era la esposa de LuHan, una mujer modelo que sin duda siempre se veía en la necesidad de presumir a cualquiera persona que se le cruzara en el camino. Ahora como hombre casado había construido una imágen impecable para la sociedad en la que se desenvolvía, tenía la vida perfecta y sobre todas las cosas, sus padres finalmente se enorgullecieron de su único hijo. La vida en conjunto con la sociedad China le decía con cada día transcurrido que había tomado la decisión correcta al casarse con esa bella mujer, pues sumándole todo lo dicho anteriormente, ella era la persona más maravillosa que había conocido y con la que más había congeniado en el mundo.

Había tenido la dicha de haberla conocido en la universidad, ambos compartiendo en el mismo campus y en la misma carrera, simplemente fue inevitable. Ambos se encontraban en el mejor punto de su matrimonio, apenas había pasado un año de la boda que los había unido de por vida y se acoplaban a la vida marital.

No podían decir que eran el matrimonio perfecto dentro de la privacidad de su hogar, pero hacían lo posible porque funcionara. Cada rasgo vivido en su relación era llevadero y lo agradecía, tenían la suerte de tener una buena comunicación a pesar de ciertas discusiones en las cuales muchas veces terminaba siendo culpa de LuHan por su poca flexibilidad.

— ¡Mira esto amor! — La mujer se aproximó a su esposo, el cual se encontraba leyendo un artículo de una noticia en el teléfono móvil, en la privacidad de la habitación y sentado sobre la cama, con la pijama encima listo para dormir pues ese día había sido jodidamente estresante en el trabajo y estaba agotado para si quiera intentar algo con su esposa. Pasaban de las 10:30 de la noche pero Xiaotong parecía no querer dormir pues se lanzó a la cama mostrándole un folleto bastante curioso por los colores neón. — Es un descuento para masajes de pareja, dice que nos pueden hacer un 2×1 ¿No es maravilloso?

Él en cambio frunció su expresión inconforme y con desinterés, nunca en su vida alguien le había dado un masaje, no sabía porqué tendría que pagar para que lo toquen un par de manos desconocidas.

— ¿Y tú por qué tienes eso?

— Me lo recomendó mi amiga Yangzi, dice que son maravillosos.

— No entiendo porqué quieres pagar por eso, yo podría darte un masaje.

La chica le hizo mala cara a su esposo pues no entendía porqué el hombre no sabía que no era lo mismo, se trataban de personas profesionales que sabían qué puntos del cuerpo tocar para relajar y quitar todo el estrés. Ella bufó y continuó intentando con mucha paciencia, después de todo deseaba ir a ese famoso lugar y lo haría cueste lo que le cueste.

— Amor, son personas profesionales. Se dedican a esto, ellos saben qué puntos del cuerpo deben masajear y no irse a lo bruto.

— ¿Me acabas de decir bruto? — LuHan miró con los ojos entrecerrados a dirección de su esposa.

— Un poquito, pero si me llevas ahí no. — Sonrió encantadoramente y él en cambio se rindió con agotamiento en su expresión. Decidió dejar su teléfono en el buró y mirar de vuelta a su esposa que esperaba una respuesta clara.

— Bien, pero el domingo que no trabajo para hacerlo rápido y terminar temprano con eso.

— ¡SIIIIIIIII! — Gritó feliz y abrazándose al cuerpo de su esposo, dándole a su vez besos en la mejilla mientras LuHan reía por lo cariñosa que era una vez que accedía a sus caprichos.

No eran personas rodeadas de lujos pero vivían de una manera bastante decente para decir que tenía un buen puesto de trabajo y no les hacía falta nada. LuHan había luchado para solventar todo en casa, en cambio Xiaotong después de la universidad dejó de intentarlo y se convirtió en la típica ama de casa; ambos por supuesto de acuerdo con la decisión, nunca habían hablado de traer niños al mundo pero sabía muy en el fondo que eso era justo lo que buscaba su esposa al dedicarse al hogar. La semana pasó rápidamente y el domingo les pisó los talones, LuHan despertó cuando su esposa lo removió ligeramente en busca de una reacción.

ᴇᴛᴇʀɴᴀʟ ᴍᴀssᴀɢᴇ [ HᴜɴHᴀɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora