Capítulo 76

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Doy un trago a mi copa mientras que mi mirada está clavada en la pista de baile, concretamente, en Erika. Está ahí, bailando en medio de las personas con la compañía de Tai, aunque cada una está bailando a su rollo. Erika disfruta de la música mientras que menea su cuerpo, sus caderas y su culo de una forma sensual –o al menos, eso me parece a mí–. Lo hace tan bien, que me tiene hipnotizado y no puedo apartar la mirada de ella ni un solo segundo.
Yo la estoy observo desde aquí, desde la lejanía; solo, apoyado en una de las paredes de la discoteca mientras que tomo alcohol y mi único entretenimiento es verla a ella. La observo cómo si solo estuviera ella en la pista y nadie más existiera alrededor, mis ojos solo están clavados en Erika y no existe nadie más para mí en estos momentos.

Me fijo en el corto y ceñido vestido que lleva puesto el cual lleva matándome y calentándome toda la jodida noche. Le queda jodidamente bien, casi como una segunda capa de piel: es corto, ceñido a su cuerpo haciéndose notar su perfecto y redondo culo y sus perfectos pechos, es de finos tirantes y la espalda está descubierta. Todo un espectáculo.
No he podido apartar mi mirada de ella en toda la noche y no creo que pueda hacerlo. Desde que la vi salir de la habitación con el puesto, sabía que tendría problemas para poder concentrarme toda la noche. Y no voy a mentir y decir que no me la he imaginado arrancándole el vestido y poniéndola en mil poses diferentes, porque es lo que llevo haciendo toda la jodida noche.

Y aunque hayamos tenido un rápido encuentro en el baño del restaurante, sigo caliente. Erika me pone demasiado duro y siento por ella un deseo que nunca antes me había sucedido por nadie. Es un deseo muy fuerte y ardiente que hace que incluso cuando estoy al lado ella mis manos necesiten tocarla.
Me pone incluso vestida con una bolsa de patatas y con el pelo enmarañado, me da igual, me pone de todas las maneras posibles. Erika es un espectáculo de chica, está muy buena, es guapísima y tiene un cuerpo de infarto. Por no hablar de que los tatuajes que decoran todo su cuerpo le dan un plus increíble.
Llama la atención allá donde vaya y gana miradas hambrientas de tíos y de tías por donde pise, y todos la miran exactamente como yo le miro: hambrientos y con deseo. Y como para no hacerlo.
En más de una ocasión he visto durante toda la noche varias miradas clavadas en ella comiéndole con la mirada, apuntándola con el dedo, chavales hablando entre sí mirándola con descaro y otros babeando por ella. E incluso algún gilipollas se le ha acercado pero ella por algún razón que desconozco les ha rechazado –y no voy a mentir, me ha gustado que lo hiciera–. Y entiendo que la miren con deseo y que babeen por ella, pero eso no quita que me de rabia que lo hagan y que quisiera arrancarle los ojos de las cuencas con mis propias manos a todo aquel que la mire de esa forma.

Sigo embobado mientras la miro bailar, deseando de estar ahí con ella para que me baile pegada mientras que menea su culo sobre mi paquete y nos movemos juntos al ritmo de la música, para después acabar liándonos y acabar ambos tan calientes que si hiciera falta, hasta podríamos follar en medio de la pista y de toda la gente. Joder.
Debo centrarme y dejar de pensar en cosas sucias, no me viene nada bien calentarme. Sobre todo porque ahora estamos alejados.
No sabe cuánto me jode estar así con ella. No me gusta estar enfadado ni alejado con ella, y aunque yo no lo estoy, ella sí. Y entiendo sus razones, me comporté como un gilipollas con aquel chico. Pero no soportaba la manera en la que la miraba, le hablaba y actuaba con ella. No somos nada, pero dio celos que la ligara tan descarado frente a mí puta cara.

Doy otro trago a mi copa y noto a alguien cerca de mi. Me giro hacia mi derecha cuando veo a una chica exuberante, rubia con el pelo corto, con un vestido que no deja nada a la imaginación y parada frente a mí con una sonrisa amable y pícara en su rostro.



—Hola, soy Lizz. Llevo observándote desde hace un rato y he visto que estás aquí solo... así que he decidido acercarme para conocerte y hacerte un poco de compañía. ¿Cómo te llamas?



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