Capítulo 1

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El fin del verano

Recuesto mi cabeza en el camastro, me pongo los lentes oscuros y me relajo disfrutando los rayos del sol sobre mi piel. Trato de estar en paz lo más que puedo ya que el estrés y la ansiedad de iniciar un nuevo semestre me respiran en la nuca y eso que ni siquiera hemos entrado.

¿Qué serán de mis nervios cuándo tengamos los parciales?

Madre mía.

<<Relájate>>

Las olas del mar no se dejan de escuchar y la música amortiguada suena al fondo de la casona en la que nos encontramos. Mi grupo de amigos y yo decidimos alquilar una casa para pasar el verano en la costa. Han sido días llenos de fiestas, alcohol,  parejas enrollándose en cada esquina, estupefacientes, dramas, peleas entre otras cosas.

Lo común cuando se vive con mucha gente.

Estoy a punto de quedarme dormida, cuando la ventisca empuja fuera de mí el pareo que se encuentra cubriendo mis piernas.

Abro los ojos y me paro deprisa antes de que alguien me vea.

Ridículo mi pensamiento puesto que estamos en la playa, pero es una cosa mía el no querer que me vean en bikini por primera vez.

Si me lo preguntan, siempre llevo puestos vestidos y faldas largas de preferencia, una que otra vez shorts y hasta ahí. Y sí hablamos de trajes de baño, me pongo traje profesional, de esos que tienen short y es completo.

Pero bikinis no.

No me gusta que vean las estrías en mis muslos.

Si yo les tengo asco ¿Por qué a la gente no les daría?

Cuando lo agarro, me envuelvo en él y volteo hacia la entrada quedando pasmada de repente.

Albert <<estúpido narcisista>> me ha visto.

Diablos

Camino hacia el camastro sin dejar que me afecte su horrible presencia y vuelvo a sentarme cruzando las piernas. Veo que camina en mi dirección con una sonrisa típica de él y un vaso rojo sujetado por su mano izquierda.

<<No digas nada, no digas nada. Ignóralo>>

Se queda parado frente a mí tapando el sol.

—¿Qué quieres?—Mi voz sale un tanto rasposa y odio ver su sonrisa burlona.

—¿Sabes que todas aquí van en bikini, no? Eres la única rara que usa sus ridículas telas para cubrirse.

—¿Te importa? Es mi decisión si uso las "ridículas telas"—Me está poniendo de los nervios su presencia.

—Mmm... ¿Por qué no te muestras si te ves tan...?—Corta la pregunta y me molesto de un momento a otro.

—¿Tan qué? Atrévete a terminar esa frase—Bajo los lentes de sol mirándolo de frente con la respiración acelerada y la mandíbula tan tensa que temo a qué se me quiebren los dientes.

—Tan levanta pijas—Me levanto a punto de estamparle una bofetada en el rostro, sin embargo, él me detiene la mano al vuelo.

Distanciados (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora