1. Nuevos caminos

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Estaba impaciente mientras esperaba al minibús que nos llevaría al aeropuerto. Acababa de despedirme de mis padres y mi hermana mayor y eran las once de la noche, no tenía muchas ganas de esperar mucho tiempo porque sabría que me pondría a darle vueltas al asunto y sería capaz de cambiar de opinión.

Como si de un milagro se tratara, el dichoso vehículo apareció a la vista desde la oscuridad de la carretera. Las pocas personas que estabamos ahí, al ser de la misma comunidad, empezamos a guardar las maletas en el maletero y entramos para sentarnos y echar una siestecita antes de llegar al aeropuerto en Barcelona.

Al menos yo pensaba descansar, porque había estado demasiado ajetreada durante toda esa semana con los preparativos y la organización de mis cosas en la maleta para el intercambio.

Tan pronto como todo estaba listo, el minibús se puso en marcha y nuestro trayecto comenzó, teníamos algunas horas por delante.

Me puse los cascos para poder escuchar música en el móvil sin molestar a nadie de las otras tres personas que habían, sin contar al conductor. En cuanto la música empezó a sonar me relajé bastante, perfect, esa fue la canción que escogí para dormirme, y no tarde ni dos minutos en cumplir mi palabra.

Sentí como si esas horas de camino hubiesen sido las más cortas de mi vida, porque nada más llegar el conductor tocó la bocina indicando que ya estábamos allí. Todos tuvimos que espabilar nos lo más rápido posible sin caernos en el intento, porque el sueño nos podía.

Una chica de pelo castaño y mechas rubias fue la primera en adelantarse a coger su equipaje e ir a la puerta del aeropuerto en busca de la persona que había enviado nuestra agencia de intercambio para que nos acompañase y nos diese indicaciones antes de embarcar rumbo a nuestro nuevo destino.

Yo fui la tercera en coger mis maletas, con dificultad porque aún tenía que terminar de despertarme y dejar de ir en automático, e ir tras ellos. Curiosamente eramos dos chicos y dos chicas de nuestra comunidad, pero de ciudades y pueblos distintos.

Entramos al aeropuerto y se empezó a oír el jaleo de la multitud yendo de un lado a otro para buscar el sitio al que dirigirse. Nosotros aún teníamos tiempo más que suficiente hasta tomar el vuelo, eran las 4:23 a.m y el vuelo era a las 7 en punto. Nuestra misión era encontrar a la persona encargada de nosotros y al resto de chicos y chicas entre toda la multitud, y me temía que fuese más difícil, pero en cuanto caminamos un poco vimos a una mujer de cabello castaño, al igual que sus ojos, de unos 30 años máximo, con un cartel que indicaba el nombre de la agencia. Nos acercamos hacía ella lo más rápido que la gente nos lo permitió, hay que ver lo cabrones que se vuelven por los nervios.

-¡Hola! Soy Bárbara, la coordinadora que os acompañará hasta vuestro embarque en el avión, y vosotros debéis ser... --- se detuvo un momento para mirar las hojas que tenía en la mano buscando, lo que supongo que serían, nuestros nombres --- Elena Ruíz Cubero, Pablo Menéndez Santiago, Naomi García Pineda--- ese era mi nombre --- y Estaban Muñoz Jiménez, ¿no?

-No sé si ese sea el nombre de los demás, pero el mío si está en la lista.

Vale, esa debía ser Elena, porque era la única chica, aparte de mí.

-Me alegro de conoceros, los que están detrás de mí son el resto de chicos que irán también de intercambio, podéis hablar entre vosotros y conoceros, así tendréis amistades que hablen vuestro idioma, o si no y aún estáis demasiado adormilados como para eso no hay problema. ¡Vamos! No hay tiempo que perder.

Se le veía muy animadita a la chica, debía de gustarle mucho su trabajo, de otro modo no veía la razón por la que motrasta tanto interés. O tal vez le pagaban bien por ser maja, quién sabe.

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⏰ Última actualización: Mar 10 ⏰

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