Un siete de junio,
te entregué mi corazón.
Un siete de junio,
cambió mi vida.
Oh, luna mía,
a tu lado,
toda la oscuridad desaparece.
Cada gesto,
cada palabra,
cada movimiento,
me dejan ante tus pies.
Oh gran luna llena de mi corazón,
nunca te vayas de mi lado,
pues si llegas a irte,
no sabría qué sería de mí.
"No me iré", respondiste.
"Siempre te amaré", respondiste.
Y con esas palabras,
quedé enamorado de ti.
Oh luna mía,
¿qué se siente que me gustes tanto?
Pues mi alma
no se cansa de amarte,
no se cansa de verte,
no se cansa de escucharte.
Mi corazón,
mi cuerpo,
mi alma,
todo es tuyo.