Capítulo 36.

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Narrador omnisciente.

Tras empaparse del agua que lanzó el propio elefante sobre su espalda, encontrar a Luffy que estaba junto a las mujeres mink de hace rato y por fin llegar a donde estaban el resto de los mugiwara, fueron recibidos con emoción de los otros mink por aparentemente ser sus benefactores.

Umiko ignoró totalmente aquello y su mirada se opacó cuando vió a Nami y Chopper correr hacía ellos sin Sanji y Brook.

Nami se lanzó a Luffy en un abrazo y comenzó a llorar mientras pedía perdón. Aún en los brazos de su capitán, su mirada se giró a Umiko. "Lo siento... Sanji..."

"Hey, Nami..." Llamó la pesadilla, manteniendo a su mente de divagar ante las palabras. "¿Qué quieres decir?"

[...]

Luego de explicar que Sanji se había ido simplemente dejando una nota detrás, el resto pareció restarle importancia, confiando en que el cocinero estaría bien. Sin embargo, Umiko estaba realmente exhausta mentalmente, lo de Sanji era la gota que colmó el vaso.

Mientras todos comían del festín que les prepararon y platicaban acerca de todo lo sucedido, la pesadilla se retiró a un lugar alejado, practicando los movimientos de respiración y concentración que le enseñaron en su tiempo en la isla de guerreros.

En medio de los ejercicios de respiración el aire comenzó a faltarle y las lágrimas comenzaron a descender sus mejillas. Agradecía estar en medio de la nada, sería vergonzoso estar llorando cuando todos los demás parecen estar bien todo el tiempo. Mandó a la mierda los ejercicios de concentración y comenzó a golpear agresivamente un árbol, dañando sus nudillos en el proceso.

Su voz luchaba por escapar y gritar, pero ella no se permitiría ser escuchada por los demás y terminar preocupando a todos.

Ella confiaba en toda la tripulación, todos eran sus grandes amigos, pero con Sanji era distinto. Fuera de la atención que le daba por ser mujer, siempre era atento y no temía demostrar que estaba genuinamente preocupado por lo que sea que atravesara el resto. Además, desde que éste accidentalmente se enteró de los sentimientos de Umiko por Zoro, dieron un paso en la confianza que se tenían.

Sanji no solía hablar mucho de sí mismo, especialmente de su infancia antes de conocer a Zeff, pero había una que otra cosa que le contó a Umiko sin entrar tanto en detalles. De toda los mugiwara, ellos eran probablemente quienes más conocían uno del otro.

Ahora no estaba su mayor confidente.

Había estado esperando para ir a contarle con emoción que dió un paso en su propia investigación, encontrarlo y preguntarle sobre Zou ella misma, hablar de Zoro una vez más y que se quejara en el proceso.

Su mente comenzó a divagar y empezó a recordar una conversación que tuvo con el rubio la mañana al llegar a Dressrosa.

Sanji encontró a Umiko sentada cerca de las naranjas de Nami, por lo que se acercó y habló delicadamente, pues cerca estaba durmiendo Law.

"¿Qué haces despierta?"

"Uh... No puedo darte los detalles, pero he hecho un par de cosas por aquí y por allá."

"¿Y a qué se debe esa mirada triste? ¿Es sobre el estúpido marimo de mierda?"

"Sí." Afirmó la chica riendo nerviosa. "Estaba pensando que tal vez estoy malinterpretando lo que sucedió entre nosotros y no quiere nada serio."

"Sería un estúpido sino te quiere, ¿sabes? Si el cabeza de musgo no te dice las cosas directamente, es porque tu tampoco lo has hecho y no ha captado lo que tratas de decirle, por más fuerte que sea es más denso aún."

"¿Debería decírselo directamente, entonces?" Cuestionó ella.

Su contrario asintió y se levantó con una sonrisa mientras se retiraba a hacer el desayuno de todos, dejando a Kokai con sus pensamientos y una botella de licor casi vacía.

"¡Ah, maldición! ¡Debí que haber preguntado por él! ¿Por qué se fue...?"

Gritando y golpeando el árbol con los ojos cerrados, no notó cuando un cuerpo se acercó a ella y antes de golpear el tronco una vez más, fue detenida por una mano en su muñeca y una voz cálida. "Umiko."

La llamada dió un pequeño brinco, sorprendida por el contacto y la voz, pues no había sentido absolutamente nada cuando se acercó.

"Zoro." Mencionó ella al notar a su contrario, desviando la mirada mientras limpiaba sus lágrimas con su mano libre.

En su intento de quitar las evidencias de que estaba llorando, terminó manchando sus ojos y el resto de su rostro con la sangre que salía de sus nudillos.

La impotencia de ni siquiera poder limpiar bien sus ojos hizo que las lágrimas nuevamente salieran.

El espadachín soltó la muñeca de la mujer y la tomó de los hombros para girarla hacía él, observando con el ceño fruncido como ella hacía un desastre de su cara. Las manos en sus hombros pasaron ahora a las manos de ella, deteniendola. Zoro se miró brevemente a sí mismo y rompió un pedazo de su camiseta, usando esta para limpiar con cuidado los ojos de su contraria en completo silencio.

Para evitar echar a perder el esfuerzo del peliverde en limpiarla, se forzó a dejar de llorar, mirando sus ojos avergonzada.

Zoro tomó asiento y recargó su espalda en el tronco del árbol a un lado de ellos, tomando la mano de la chica para forzarla a sentarse con él.

Ahora hundidos en el silencio, ambos esperaban que el otro dijera algo.

"¿Es por Sanji?" Preguntó él, a lo que recibió un asentimiento como respuesta. "Él estará bien."

"No lo dudo... Pero hay algo que se siente muy mal sobre ésta situación. Necesito verlo y que me diga que mierda está pasando."

"¿Por qué?"

"No lo sé, solo estoy preocupada. Es muy extraño, hay algo de Sanji que simplemente no puedo entender, ¿sabes?"

"No, solo sé que es una persona confiable."

"¿No has pensado que eso puede ser malo? Nunca muestra sus debilidades y esa fachada de confiabilidad nunca le dejará pedir ayuda. Estoy segura que pasa lo mismo contigo, a fin de cuentas casi mueres por esa misma razón en Punk Hazard, ¿no es así?"

El espadachín abrió los ojos sorprendido, no esperaba que alguien más supiera de lo que sucedió aquella vez.

"Si lo piensas, varios en la tripulación somos así, es un alivio que el resto siempre estén dispuestos a ayudar aunque no pidan ayuda de manera explícita."

El silencio los envolvió una vez más, luego de un rato Zoro le dió su botella de sake a su contraria mientras él rompía más pedazos de su camiseta para vendar con cuidado las manos de Umiko.

"Gracias, Zoro." Tras un momento de silencio y pensar lo que diría, volvió a hablar. "Si te digo que quiero ir a buscar a Sanji, ¿qué pensarías?"

"Es una pérdida de tiempo." Espetó sin pensar su respuesta. "Él se fue por su propia cuenta, si realmente quisiera salir de esa situación lo haría sin problema."

"¿Qué te hace pensar que no hay nada que lo detenga? Sanji no podrá preocuparse por si mismo, pero tiene muchas cosas con las cuales ser amenazado."

"En ese caso, él sabrá que hacer. Si no vuelve, ya fue." Contestó, pero tras chasquear la lengua avergonzado, agregó. "Aunque sería mejor si vuelve, supongo. Prefiero no verte tan triste cuando siempre estás hablando y riendo."

Esa respuesta la hizo sonreír, tal vez todo si estaría bien. Tal vez solo debía confiar.

Umiko no lo había notado, pero tras vendar sus manos, él mantuvo sus manos con las de ella. Al ambos darse cuenta hicieron como si no lo hubieran notado y en silencio siguieron recostados en el árbol, al menos hasta que Zoro quitó una de sus manos para sacar de la nada otra botella de sake, cosa que la hizo reír.

"Será mejor que compartas, esta ya se terminó."

TERROR || Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora