Aquella noche, Samira esperó despierta hasta muy tarde, pero Zeth no regresaba a su cuarto. Por lo que ya casi vencida por el sueño abandonó el balcón y se fue a acostar. Después de una hora de dar vueltas en su cama se despertó al oír unos pasos en el balcón. Algo somnolienta se levantó y miró a través de su puerta. Allí estaba Zeth, tenía aspecto cansado, estaba descalzo y con ropas de dormir, bebía algo de té... Samira dudó un poco en si salir a su encuentro o no, tal vez después de aquellos días tan intensos necesitaba soledad, pero luego recordó la conversación que había tenido con Farah sobre el insomnio de Zeth y Amín y todos aquellos que estuvieron en batalla. Así que decidió tomar su bata, se abrigó, tomó una frazada extra para llevarla consigo y salió al balcón.
Zeth la miró con algo de sorpresa, muy pocas veces dejaba ver esos pequeños cambios de gestos en su cara siempre seria.
-Te desperté... ¿hice mucho ruido? – dijo el con su voz calmada.
-No... tampoco puedo dormir... ¿Estás bebiendo té? – dijo ella sentándose a su lado y cubriéndose con la frazada.
-Si... ¿quieres? Es de Tilo... No me salió como a ti, pero supongo que ayudará igual... - Zeth tomó la tetera y sirvió un poco en su taza vacía y se la ofreció a Samira.
-Gracias... - Ella lo recibió, olió un poco su aroma y luego bebió... -No está mal...- dijo ella con una pequeña sonrisa dulce.
-Ja! No tienes que ser amable todo el tiempo, está horrible, lo sé... - Dijo Zeth apoyando la espalda, sobre la pared y estirando un poco las piernas.
- No está horrible...- hizo otro sorbo, pero no pudo disimular el dejo amargo esta vez.
- No tienes que torturarte... No lo bebas, tal vez te haga mal...- Zeth le quitó suavemente la taza de sus manos y olió el té que había servido a Samira para bebérselo de un solo trago... - Aajjj... tiene un horrible sabor amargo al final...- dijo con un leve gesto de desagrado.
-Jajajaja, dejaste demasiado tiempo las hojas en hervor... y mi secreto es ponerle un poquito de cascara de limón... - dijo en tono confidente con una voz muy dulce y risueña.
- Tendrás que enseñarme entones a prepararlo... - dijo Zeth dejando la taza y corriendo la tetera del banco al suelo - Dejemos esta horrible cosa lejos mejor... -
- ¿No tienes frío? – dijo Samira observando sus pies descalzos y sus mangas arremangadas... Se veía relajado y varonil. Le gustaba estar cerca de él.
- No, estoy bien... - Dijo el con su voz grave. No se sentía incomodo, pero la suavidad de Samira contrastaba con su tosquedad. Se veía más tranquila, pues las entrevistas habían pasado, tal vez debería decirle que casi lo arruina todo, pero no quería borrar aquella leve sonrisa en su rostro, no quería preocuparla, después de todo, ella sería la mas afectada si todo el plan del matrimonio no funcionaba.
Debía pensar alguna alternativa por si el consejo rechazaba su casamiento. Pues iba muy en serio con su promesa hacia Samira. Tenía algunas ideas, pero debía elaborar algo mas certero.
- ¿Sabes? El señor Kadir dijo durante la cena que las entrevistas resultaron muy bien... que no cree que Mehmet tenga que esperar mas de dos días la respuesta del consejo... ¿Crees que las tormentas lleguen antes de que él regrese? -
Zeth la miró, por dentro se preguntaba si acaso ella podía leer sus pensamientos, pero eso era imposible...
-Creo que tendremos otra tormenta de arena en 4 días, si no es en 3. También vendrá del sur, como la última, por lo que, al regreso de Mehmet, el viento estará en su contra... Es muy peligroso...- Dijo Zeth y se detuvo, pues recordó que cuando el regresaba con la tormenta a sus espaldas, ella había tratado de cabalgar en la dirección contraria varias horas. Pero ella no parecía ser consciente de ello.
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Los hijos del Desierto
RomanceEn medio de un nuevo éxodo, la gente busca volver al viejo continente donde las leyes y las costumbres son más fuertes que nunca en una búsqueda desesperada de repoblar el mundo. La poderosa sangre de los bendecidos por el dios Seth debe prevalecer...