Único.

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Amar a ChanYeol fue, desde el día cero, una odisea, una constante muestra de banderas rojas alzadas y ondeantes ante los ojos de BaekHyun, mismos que mantuvo cegados por sus propias ilusiones.

ChanYeol era todo un torbellino, adrenalina, deseos de experimentar, caer y levantarse de nuevo sin importar las consecuencias y las heridas, BaekHyun era paz, decisiones bien pensadas y planeadas, revisando alternativas, tanteando que su siguente paso fuera en terreno firme.

¿Cómo es que alguien tan centrado había terminado ahogado en un huracán como el que ChanYeol representaba?

No lo sabía, al menos no hasta ahora.

BaekHyun había pasado toda su vida centrado en sus logros y objetivos a futuro, quizá un poco (muy) exagerado, tanto que había olvidado vivir fuera de gigantescos libros y noches en vela estudiando temas extensos y complicados para obtener las mejores calificaciones y ser egresado con honores de la carrera de
Literatura. A ChanYeol lo conoció, para ser precisos, la noche en que esa tortuosa vida terminó, la noche de su fiesta de graduación. Era joven, veinticuatro años recien cumplidos, una vida por vivir y, sobre todo, las ganas de experimentar en carne propia las sensaciones que sus próximas aventuras tenían por mostrarle. ¿Cómo decirle que no a aquél chico alto, de espalda ancha y brazos fuertes que lo miraba con profundidad desde que entró al salón de fiestas? Y es que no, BaekHyun no era un jovencillo virgen y cohibido, sólo había decidido dejar de darle importancia a esas relaciones superficiales y banales que le prometían los chicos de su edad. ChanYeol denotaba experiencia, aventura y, lo que BaekHyun más deseaba, libertad.

¿O era libertinaje el de ChanYeol?

Decir que no disfrutó en demasía aquella noche bailando hasta que sus pies no soportaron, bebiendo y divirtiéndose con el chico lindo de cabellos negros y rizos despeinados era una verdadera falacia.

Aún después de todo, esa fue una, la primera de las mejores noches de su vida.

Fue en la noche noventa después de ese día cuando finalmente ChanYeol y BaekHyun formalizaron como pareja oficial, y fue en la noche noventa y siete cuando BaekHyun decidió entregarse en cuerpo y alma al que, para él, era el amor de su vida. A partir de ese día, fueron constantes las muestras de amor marcadas con fuego en la piel de ambos, con la luna siendo testigo.

Fue en la noche ciento quince la primera vez que la pólvora que poco a poco se había acumulado soltó la primera chispa. ¿Cómo iba a imaginar BaekHyun que una tarde de amigos terminaría así?

JongIn había regresado de su viaje. Había logrado salir victorioso una competencia de baile fuera del país y era más que obvio que todo su círculo de amistades deseba celebrar tan magnífico logro.

ChanYeol llegó a la casa de JongIn junto a BaekHyun, quien al dar el primero paso dentro de la vivienda, corrió a los brazos de su amigo, felicitandolo tan alegre como se sentía. JongIn lo tomó con la misma fuerza, haciéndolo girar en el aire.

—¡Te lo mereces, Nini! Eres el mejor bailarín de todos, lo prometo.

—¡Gracias, bebé! Te heché de menos, a todos los extrañé tanto.

Dos errores que BaekHyun no vió venir.

El resto de la noche se tornó... incómoda. BaekHyun notaba a ChanYeol extrañamente serio y alejado de todos, incluso LuHan, su mejor amigo, lo hizo evidente.

—¿Han discutido?

BaekHyun negó.

—Apenas me ha dirigido la palabra esta noche, Lu.

Amar a medias, amar a destiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora