La Academia Luna Nova estaba envuelta en la serenidad de la noche. Las estrellas parpadeaban en el cielo, ofreciendo su luz a los estudiantes que, por lo general, dormían profundamente en sus habitaciones. Sin embargo, dos brujas en particular, Akko Kagari y Diana Cavendish, encontraban su propia luz en el silencio nocturno.
Akko, aún con su característica energía inagotable, estaba sentada en el alféizar de la ventana de su habitación, mirando las estrellas con admiración. En contraste, Diana, que inicialmente pretendía estar concentrada en sus estudios, no podía evitar sentirse atraída por la curiosidad de Akko.
- ¿Qué encuentras tan fascinante en las estrellas, Akko? - preguntó Diana, saliendo de la sombra.
Akko sonrió mientras señalaba al cielo. - ¡Son como pequeños destellos de magia! Cada una tiene su propia historia, ¿sabes? ¡Son como las palabras de Arcturus, llenas de significado y misterio! -
Diana, aunque inicialmente escéptica, se unió a Akko en el alféizar de la ventana. - Supongo que nunca lo había visto de esa manera. -
A lo largo de la noche, Akko compartió historias sobre las constelaciones y su significado. Diana, a pesar de su habitual aire de superioridad, encontró la perspectiva de Akko intrigante. Fue un intercambio inusual, pero las dos brujas descubrieron que, incluso en la quietud de la noche, podían conectar de maneras que la luz del día a menudo ocultaba.
A medida que compartían risas y observaciones, el cielo nocturno se convirtió en un lienzo de complicidad. No eran solo estudiantes de Luna Nova; eran exploradoras de la vastedad del universo. Y en esa conexión, las diferencias entre Akko y Diana parecían disolverse, dejando espacio para una amistad singular.
En un momento de silencio cómplice, Akko miró a Diana con una chispa traviesa en los ojos. - ¿Sabes, Diana? Hay una leyenda antigua que dice que las estrellas también guardan secretos del corazón. -
Diana arqueó una ceja, intrigada por la insinuación. - ¿Secretos del corazón? - preguntó con curiosidad.
- Sí, exactamente. Dicen que si compartes un deseo o un sentimiento sincero bajo las estrellas, estas actúan como guardianas, llevando ese anhelo hacia el cosmos. - Akko miró el cielo con una sonrisa sugerente.
Diana, por un instante, se sintió cautiva por la magia de las palabras de Akko. Se unió a la mirada al cielo y, después de un breve titubeo, confesó con una sinceridad que pocas veces revelaba.
- Supongo que... siempre he sentido la presión de las expectativas, de ser una Cavendish. No olvido que fué algo que yo decidí, pero aquí, bajo las estrellas, me siento libre, como si las capas de ese peso se desvanecieran -
Akko asintió con empatía. - Yo también he sentido esa presión. Pero Luna Nova nos brinda un lienzo mágico donde nuestras verdaderas luces pueden brillar. Y si hay algo que deseas, Diana, estas estrellas están escuchando y yo también, siempre y cuando estés bien conmigo. -
El silencio se apoderó del alféizar junto a una cálida sensación, mientras las dos brujas contemplaban el universo, cada una sumida en sus propios pensamientos. El cielo parecía susurrar secretos cósmicos, y la conexión entre Akko y Diana se intensificó bajo la magia de la noche.
Finalmente, Diana rompió el silencio, su voz resonando con una dulzura inusual. - Quizás... desearía más noches como esta. -
Akko sonrió, reconociendo la vulnerabilidad en las palabras de Diana y con un brillo en sus ojos carmesí cautivando hasta el más frío corazón, dijo - Entonces, bajo las estrellas y la luna, hagamos un pacto mágico: amistad sincera y noches eternas de risas y complicidad, algo especial que solo el corazón puede descifrar. -
Las brujas sellaron su pacto con una risa compartida y una mirada que trascendía las palabras. Mientras las estrellas observaban desde su lugar en el firmamento, Akko y Diana sabían que su historia, iluminada por la magia en su interior, continuaba bajo la luz eterna del cielo nocturno.
En la quietud de la noche, las estrellas fueron testigos de una historia mágica, donde dos brujas, aparentemente opuestas, encontraron un puente entre sus mundos. Mientras la luna arrojaba su luz sobre Luna Nova, Akko y Diana, cada una a su manera, descubrieron que las estrellas no solo iluminan el cielo, sino también los corazones de aquellos dispuestos a mirar más allá de las apariencias.