Capítulo 18.

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Caleb.

Han pasado aproximadamente tres o cuatro horas en las cuáles he estado aquí sentado, con una maldita luz sobre mi cabeza y esposado a una mesa.

Qué originalidad.

Aunque admito que aproveché ese tiempo para pensar y ordenar mi ideas, ya estoy cansado de estar en esta silla, para nada cómoda.

—¡Mi fa male il culo, non c'era sedia più comoda.!—《Me duele el puto culo, ¿no había una silla más cómoda? Hablo fuere para que me escuchen.

Escucho movimientos afuera de la única puerta que hay en la habitación y ruedo los ojos con hastío.

Aficionados.

Estar horas sentado me llevó a pensar en mi querida esposa y su traición.

La muerte de mi hermana en la explosión de los almacenes.

El paradero de Fabio y Antoni.

La caída de la pirámide. Mi pirámide.

Todo me llevó a una conclusión. Hay alguien detrás de todo.

Si bien no subestimo las habilidades y destrezas de mi mujer, pero sé que no haría esto sin motivos, uno muy poderoso.

Conozco a Chiara Lombardi desde que era una bebé en pañales, hemos compartido infinitas experiencias, y si de algo estoy seguro con mi maldita existencia es que me ama con locura.

No tanto como yo a ella, pero me ama.

O de eso te quieres convencer.

Sólo espero que lo que esté haciendo la haga completamente feliz y satisfecha, porque cuando salga de esta me la voy a cobrar como me gusta.

Nuevos ruidos aparecen de la puerta, esta vez más fuertes pero sin definición. Insonorizado, supongo.

Pueden haber dos motivos para tal actividad, o están discutiendo mi destino, o me quieren desesperar.

Cómo si pudieran.

Miro fijamente al frente, con la mirada en alto y los hombros rectos a pesar de la asquerosa silla que entumece mis músculos.

Pasan unos minutos, no me muevo de mi posición por ninguna razón.

Luego de unos minutos la puerta se abre, dando paso a un hombre alto, con cara de estúpido pero a juzgar por su sonrisa socarrona piensa que esto es un triunfo para él.

Iluso.

—Bienvenido, Don Russo—Sauda con el típico todo de policía controlador.

Lo que faltaba.

Me quedo en silencio mirando al sujeto. Mi rostro carente de emoción por lo que se obliga a continuar.

—Soy el agente especial Axel James, del FBI—Se presenta, y sin poder evitarlo suelto una risita.

Demasiado patético.

¿Algo que le cause gracia, Señor Russo?—Pregunta en tono molesto, lo que me da a entender que está siendo supervisado, por lo que deben haber cámaras en la habitación.

Le doy una mirada despectiva antes de responder.

—Lamento ofenderlo, Agente especial Axel James de FBI—Mi tono al mencionarlo le disgusta, su mandíbula apretada lo demuestra.—Pero, ¿En serio? Nisiquiera pregunté quién eres, no me interesa, y esto es Europa, no sé que diablos quiere tu bonita agencia aquí.

Pacto Con El Diablo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora