El duelo | Parte 2 (T1 E13)

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Desde que Nobisuke Nobi, padre de Nobita, fue cegado permanentemente por aquella explosión en el edificio donde trabajaba, la familia Nobi no la ha pasado muy bien últimamente.

Nobisuke fue despedido ya que su empleo requería necesariamente del sentido de la vista.

Actualmente se encuentra recuperándose en un hospital por las múltiples lesiones que sufrió cuando cayó fuertemente de las escaleras. Debido a eso, no se encontraba en condiciones para trabajar, por lo que su esposa, Tamako, buscó un empleo por todas partes desesperadamente.

Después de varios días de búsqueda y preocupación, por fin encontró un empleo, sin embargo, el sueldo no era lo suficiente. Esto preocupaba mucho a su hijo, Nobita Nobi, quien estaba muy angustiado y frustrado por todo lo que pasó, pero sabía que no debía quedarse con los brazos cruzados, tenía que hacer algo, tenía que ayudar.

Nobita, sin que su madre se enterase, empezó a buscar alguna forma de conseguir dinero para ayudar a sus padres, sin embargo, era rechazado por su edad. Ni siquiera el señor Kaminari pudo ayudarle, no encontró algún trabajo que pudiera ofrecerle.

Nobita Nobi, al no tener ni una pizca de éxito, se angustió aún más. No había ningún trabajo que pudiera hacer, o al menos alguno legal...

Podría ganar dinero con sus poderes, sería millonario y la plata le sobraría, ¡pero no es lo correcto! El Hombre Araña es un héroe, no un mercenario, pensaba, pero también empezó a cuestionarse si lo mejor era no hacerlo.

Pero una voz en su interior trataba de convencerlo para que cediera al nuevo trabajo:

—¡Vamos, Nobita, seremos ricos! No tendremos que preocuparnos más por los gastos familiares, es mas, podremos comprar todo lo que queramos— le decía la voz— Todos los cómics que desees podrán ser tuyos, todas las consolas y videojuegos que desees serán tuyos, todo podrá ser tuyo. ¡Serás más rico que el engreído de Suneo, póntelo a pensar!— la voz se mostraba muy convincente y sus palabras eran muy tentadoras.

—Pero no es correcto, la codicia fue una de las razones por las que perdí a Doraemon— Nobita aún recordaba con dolor su partida.

—No tienes que culparte por eso, Nobita. ¡Fue la culpa de ese estúpido ladrón, no lo olvides!—.

—Fue culpa suya, pero también mía, no seré un mercenario, Simbi— Nobita sabía que aquella voz que le hablaba en su cabeza se trataba del amigo simbionte con el que siempre pasaba días y noches.

El simbionte no se encontraba contento con la respuesta del azabache, pero se esforzaba en ocultar su disgusto. Estaba dispuesto a tener más acción junto a su amigo Nobita y aquella tragedia era la oportunidad perfecta para ganar dinero a montones, pero la amabilidad que su joven huésped aún conservaba impedía lograr sus objetivos. Simbi consideraba que eso lo hacía débil y por eso no desbloqueaba su máximo potencial, pero nunca se lo mencionó a Nobita directamente.

Se podía decir que Simbi tenía, en el fondo, las leves intenciones de ayudar al joven Nobi, pero como lo mencioné antes, eran leves intenciones, era lo de menos.

Nobita se encontraba desarrollando sus tareas, poco a poco dejaba el manto del Hombre Araña, y eso tampoco le gustaba a Simbi.

Nobita sentía que debía apoyar más a sus padres esforzándose mucho más que antes para compensar mejor los pagos que hacían para que siguiera en la escuela. No quería dejarla, allí estaban sus amigos y el amor de su vida. Si lo trasladaban a una escuela pública dejaría de verlos con frecuencia y eso sería feo, muy feo.

—¿Y qué pasó con lo de la erradicación del crimen? Es nuestro proyecto más ambicioso— le intentaba convencer Simbi— O no me digas que has vuelto a tus raíces de flojera, eso no sería lo mejor—.

—No es eso, Simbi, sino que debo cumplir con mis responsabilidades escolares, mi familia no pasa por la mejor situación, ¡¿no lo ves?!— Nobita se frustraba cada vez que recordaba la situación difícil por la que pasaba su familia.

—Claro que sí Nobita— dijo el simbionte ignorando su frustración— ,por eso te digo que optemos por ser mercenarios, o si prefieres un término menos fuerte... cazarecompensas- volvió a repetirle su recomendación con esperanzas de que su huésped al fin cediera.

—Ya hemos hablado sobre esto un montón de veces, Simbi, no lucraremos con nuestro deber, es por la gente—.

—Ejem, Shirisuto. Nobita, la gente no aprecia tu benevolencia, sería mejor que aprovecharas tus poderes para ganar yenes- seguía intentando convencerlo- Solo imagínatelo, ¡serás tan rico que podrías acabar con esta situación y futuras con mayor celeración, ¡será como en un abrir y cerrar de ojos!—.

—Simbi...— el chico de cabello azabache comenzaba a molestarse cada vez más. "¡Cállate de una maldita vez, moco negro!", eso era lo que deseaba decir, pero no podía hacerlo ya que justamente era la mente el medio por el que se comunicaba con Simbi. Al menos lo decía desde su subconsciente, pero lógicamente no lo sabía.

—¿Sabes? No es por ofender, pero a veces pienso que eres egoísta por no tomar la decisión. Podrías sacar a tu familia de este aprieto con facilidad sino fuera por "la gente". Que se note el sarcasmo— comentó el simbionte.

—¡Basta! ¡Por favor! ¡¿Has considerado alguna vez mis otras responsabilidades?! ¡¿HAS CONSIDERADO ALGUNA VEZ LAS OTRAS COSAS QUE TENGO QUE HACER ADEMÁS DE ROMPERLE LA COLUMNA VERTEBRAL A UN PATÁN QUE SE LA PASA QUERIENDO DINERO FÁCIL?! ¡¿HAS PENSADO ALGUNA VEZ EN EL HECHO DE QUE YO YA NO DESEO ESTOS PODERES?! ¡SON UNA #$#$ MALDICIÓN Y GRACIAS A ELLOS PERDÍ A MI MEJOR AMIGO!— Nobita explotó de ira contra Simbi, ya no deseaba hablar con él.

—Déjame ver si entendí, ¿indirectamente me estás diciendo que yo también soy una maldición?— le preguntó al azabache con un tono de voz neutro, a pesar del tono ofensivo con el que Nobita le dirigió sus palabras.

—No, no... es solo que... necesito tiempo— desde el fondo de su subconsciente Nobita sabía que, efectivamente, también consideraba a Simbi una maldición, estaba mintiéndole a él y a sí mismo.

El simbionte decidió hacerle caso y dejar que su compañero se recupere de su frustración, tal vez en otra ocasión lo convezca. Pero Simbi ya quería tener acción y darle su merecido a los criminales, no dejaría que la tristeza de un mocoso lo detuviera...

Durante la noche, pasados ya las 12, Nobita se encontraba durmiendo en pijama sobre su colchón.

El chico azabache estaba durmiendo más que antes para poder desestresarse tras los largos días que pasaba.

Simbi, quien estaba como el pijama, decidió ejecutar su plan y cambió su forma al traje del Hombre Araña.

Nobita se levantó del colchón, pero a la vez seguía dormido...

Salió de la ventana y se fue directo a la ciudad...

Nobita es el Impresionante Hombre Araña | Spider-Man Donde viven las historias. Descúbrelo ahora