»Será un desastre

2» Tecito el gato.

KEVIN:

Estaba tan trasnochado por trabajar que me queme varias veces mientras hacía mi café. El sueño me tenía como un zombie sin alma, sin embargo hoy tenía ciertas reuniones de trabajo en la mañana y debía atenderlas.

Mi gato, Tecito, se hallaba jugando con un grillo el cual perseguía por toda mi pequeña sala. Lo mire y solte una leve carcajada, ese gato era mi mejor amigo desde hacia cinco años, era jugueton y mil veces mas sociable que yo, y con mas relacion amorosa con (creo) absolutamente todas las gatas de la calle.

Bebi de mi cafe de forma casi desesperada por despertarme un poco y poder acarrear el dia decentemente sin embargo aun sentia una pesadez en mis ojos.

-A ver...- me dije a mi mismo dándome leves palmadas en las mejillas. -Hay que chambear.

Me senté nuevamente frente a mi computadora mientras y retome mi trabajo.

No sé cuándo.

No sé cómo.

Pero al revisar mi reloj luego de lo que a mí se me dió como una hora habían pasado ya casi 9 horas desde que me senté. Mierda, ahora sí que necesitaba dormir.

Pero el sueño se me había ido por completo. Me levanté de mi silla y mire por la ventana viendo como el sol ya se ocultaba dando chance a la luna de asomarse. Mi departamento de repente se volvió silencioso y vacío, como si mis muebles ya no tuvieran existencia y me sentí en una habitación vacía. Me senté en el suelo y luego me recosté en el piso. Tecito se subió en mi pecho y respiro profundo para luego cerrar sus ojos verdes y disponerse a seguir con su actividad favorita. Dormir.

Maldito gato suertudo.

Y ahí mi cabeza paso de maldecir el hecho de que los gatos son felices sin mucho a comenzar a pensar en mi.

Tengo la vida que siempre quise.

Tengo la vida que planee desde hace tiempo.

Un gato, un apartamento, un buen trabajo y mis ocasionales salidas con los pocos amigos que tengo.

Mis cigarros y mi café.

Entonces si tenía todo lo que quería, ¿Por qué me sentía tan vacío? ¿Tan incompleto?

¿Por qué sentía que realmente no había logrado nada?

Cerré los ojos y de repente ese vacío se incrustó en todo mi cuerpo como un cáncer terminal. Comencé a llorar y a llorar profundamente.

Trate de calmarme, trate de respirar, ví mi balcón como una salida rápida de toda esa incertidumbre, pero luego pensé en tecito ¿Quien lo cuidaría?, no por Dios, los gatos son seres independientes el se podrá cuidar solo. Me asome por ese balcón, mire hacia abajo. Piso 22. Era tan fácil como solo dejarme caer.

Cómo cuando era niño y me lanzaba desde aquella piedra enorme hasta el agua de aquel rio que pasaba por mi casa.

Solo lanzarse.

Apoye mis manos del barandal aún viendo hacia abajo como un psicótico, ni quijada temblaba levemente. Morir no me asustaba.

El vacío del la muerte no me asustaba.

Pero aún así había algo que me ataba a quedarme, a seguir.

De pronto mi teléfono comenzó a sonar fuertemente con mi tono de llamada de Dark Souls, lo saqué de mi bolsillo y el nombre de la criatura mas bella del mundo apareció en la pantalla.

Sarah.

Mire a todos lados, respire profundo y conteste sin dar mas vueltas al asunto.

-¡Kevin!, hola, oye me preguntaba si ya habías terminado con tu parte del trabajo de hoy- Indagó.

-Ahm, si la verdad si, termine hace un rato.

-Genial, me preguntaba si te gustaría venir a mi casa a ver alguna serie o algo. Será divertido- No mames. -Es que mi padres no están y me siento algo sola- NO MAMES.

-Yo... Bueno ¿Ya, YA, o en un rato o como?

-Pasa por la tienda y trae algún refresco y no se, si quieres traer algo más.

¿Condones?

-Seguro, estaré ahí en unos cuarenta minutos.

-Te espero entonces- menciono con un muy leve tono seductor y colgó.

A la verga... Ay chanfle.

HOY LA PONGO.

EN TU CARA DEPRESIÓN.

No perdí tiempo y me duche rápido, me afeite la selva que me cargaba en el pantalón y me puse mi mejor desodorante de hombre.

Había ido a casa de Sarah muchas veces pero nunca bajo estos contextos, o bueno, lo que pienso yo que es. Lo que sea al menos la vería y eso era motivo suficiente. Termine de vestirme y baje las escaleras casi carriendo.

Hoy me hacía hombre carajo.